sábado, 25 de agosto de 2012

PASOTISMO, SILENCIO Y PERMISIVIDAD


Que la gente pasa de política se nota hasta en hechos cercanos que, sobre el papel, merecen algún tipo de respuesta o una mínima reacción, especialmente en verano, cuando cualquier cosa puede dar para un culebrón, a poco que haya imaginación y ganas de estirar el chicle.
            Un ejemplo lo tenemos en recientes declaraciones públicas del alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez (PP), quien sabe que las mieles de la alcaldía, ganada a pulso después de su paso por el Congreso de los Diputados, duran lo que duran: su escalada política, bien cimentada en cualquier caso, parece haber alcanzado su techo, por lo que ya es cuestión de ir pensando en conservar lo que hay y evitar más desgastes, pese a que la oposición en el consistorio realejero inspire, hasta ahora, la confianza que deriva del estancamiento y de su propia debilidad.
            Bueno, pues va Domínguez, en la cruzada que abandera con respecto al puerto deportivo-comercial del Puerto de la Cruz, y acusa al presidente del Gobierno de Canarias de haber engañado a los ciudadanos con el proyecto de la actuación y con la financiación teóricamente prevista. El alcalde realejero, en un marco de escepticismo y de notables vacíos sociales y político-institucionales,  ha creído ver un filón político en esa vieja aspiración portuense y la hace suya identificándola con las del norte insular -y así reforzar la legitimidad para hablar de ella- y la consolida, presumiendo incluso de privilegiada interlocución con la Administración del Estado, como asunto recurrente a medida que se avance en la tramitación.
            Salvo el director general de Puertos de la Comunidad Autónoma, Juan José Martínez, nadie ha replicado a Domínguez. Nadie del Puerto de la Cruz, ningún responsable institucional, no se sabe si por la ausencias de agosto o por las dudas que laten en este asunto, si por el escepticismo predominante o por el pasotismo imperante, ha reaccionado. Ni siquiera para decirle al alcalde realejero que se quede en su sitio, que se ocupe de los problemas de su municipio, una forma que se tenía en el pasado de llamar a alguien confianzudo. Pero en los tiempos actuales, esos localismos de campanario ya no se estilan, de modo que la interdependencia, los “espíritus” mancomunados y la sinergias dejan abierto el campo para arrimar el hombro, para impulsar y reactivar… con plena legitimidad.
            Otra cosa es -aunque nos desviemos brevemente de la cuestión de fondo- la tendencia de algunos políticos que, tanto en el pasado como en el presente, se inmiscuyeron en temas del vecino o de las localidades limítrofes. Es curioso, porque hasta donde la memoria alcanza, jamás se apreció esa tendencia en cargos públicos portuenses a hablar de asuntos de La Orotava o Los Realejos. Muy respetuosos, mucho más permisivos, si se quiere con un principio elemental de que se busquen la vida, o porque durante décadas prevaleció una cierta hegemonía política y económica que confirió un estatus -hoy las cosas ya no son así, desde luego-  se han desentendido de lo que ocurría en los municipios vecinos. ¿Se imaginan a un portuense opinando de la ordenación urbanística y de la reserva industrial de suelo en Los Realejos? ¿Y a otro del modelo de prestación de servicios municipales en la Villa? ¿Verdad que no?
            En lo que estábamos: ni siquiera el grupo político de Coalición Canaria (CC) en el Puerto de la Cruz, la formación a la que también pertenece el presidente del Gobierno autonómico, salió en defensa de éste. Ese es el pasotismo al que nos referimos. Ese es el silencio incomprensible que se constata hasta que Juan José Martínez, director general de Puertos, salió a puntualizar: el PP -resume- intenta apropiarse del proyecto para hacer oposición y no debería contribuir a un clima negativo “que no beneficia a los ciudadanos ni a los propios inversores”.
            Claro, en esos complejos equilibrios políticos que pululan por las islas, mover ficha es delicado. Pensemos en que una alianza (CC+PP) gobierna en el Puerto de la Cruz, da igual que no esté documentada. Sigan el hilo y verán los nudos. Ya saben: las contrariedades, las justas; que el horno de las incomodidades y los recelos no está para bollos.
            Pero lo apuntado por Martínez, a la espera de contrastar, blanco sobre negro, los beneficios de esa actuación, es lo esencial: los intereses generales, los reclamos para que la inversión se materialice en un logro que mucha gente cree que es una panacea, son los que deben primar.
            Si los silencios juegan a favor o en contra de las pruebas de paternidad, ya se verá. 

3 comentarios:

Jesús Hernández dijo...

Creo que Manolo se va a escudar en que sus declaraciones eran realizadas en su calidad de presidente insular del PP.

Gregorio Dorta dijo...

O es blanco o es negro. Solo una palabra: Confianzudo, ligado a una frase: Manolo, no te metas en camisa de once varas

Salvador García Llanos dijo...

Pues a ver si leen tu artículo los susodichos, y se enteran, porque más claro el agua, no has dejado atrás ni el más mínimo detalle. Te felicito. Magníficos escritos los tuyos. Un abrazo.
Magali