No está teniendo suerte el Partido Popular ni con algunos
ministros ni con algunos diputados. En tiempos que la política, en general,
inspira muchos rechazos, entre decisiones discutibles y contradictorias y
comportamientos y declaraciones que alcanzan el nivel de disparate,
determinados representantes del partido gubernamental están contribuyendo a que
aumente el desapego, crezca el descrédito y a que ellos mismos se vayan
hundiendo en el mar de los despropósitos cuyos peligros, por las razones que
sea, no advirtieron. A este paso, los toques de silencio y las indicaciones,
para evitar situaciones tan dañinas políticamente como las que han
protagonizado, van a menudear.
Primero fue Andrea Fabra, con aquel tristemente célebre ‘¡Que
se jodan!’, proferido desde el escaño en un debate sobre medidas de reajuste.
Nunca un imperativo tan espontáneo causó tanto malestar.
Y ahora se ha dado a conocer el diputado popular por Ourense,
Guillermo Collarte, con una de esas confesiones que incomodan a cualquiera. Ha
dicho su señoría que con cinco mil cien euros al mes las pasa canutas y claro,
hasta el paisanaje, no sólo el político, se le ha vuelto en contra.
Ha pedido disculpas y tal, ha tratado de justificarse, ha
confesado que en el sector privado, de donde procede, ingresaba el doble y,
claro, peor. Se queja el hombre -¡ay, el victimismo!- de que le crujan vivo.
Pero acaso lo peor no sea eso sino que luego admita que es un mandado, que allí
en el Congreso poco hace y poco tiene que hacer. Ahí es donde ha ennegrecido
cualquier posible salida que se busque o que le busquen.
Aunque en el PP, desbordado ya por tanto desapego, se han
apresurado a aislarle, “unas declaraciones desafortunada y a título
individual”, han dicho desde ángulos de la dirección.
Con la que está cayendo…
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