Son, cuando menos, asombrosos. Cálculos y vaticinios desfilan, a ritmo de anuncios triunfalistas, con las bonanzas de las extracciones de hidrocarburos en aguas próximas al territorio insular.
Asombrosos porque aún sin empezar a perforar, el presidente de la compañía que va a hacer esos trabajos ya habla de cinco mil empleos. Y el ministro español de la cosa pronostica un ingreso para las islas de trescientos o cuatrocientos millones de euros.
Todo eso, y más que habría, sin brotar una gota de crudo.
Canarias soporta estas cosas, y más que habrá, casi sin pestañear. Clamando en el desierto por energías renovables y deplorando, en foros de negociación, por un sistema más justo de financiación pública.
Es nuestro sino: entre augurios inconsistentes para ilusionar y lamentos de incomprensión para avanzar entre penurias.
miércoles, 23 de julio de 2014
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