martes, 10 de mayo de 2016

SAN TELMO, A OSCURAS

Algo debe haber ocurrido con la certificación final de las obras del proyecto de acondicionamiento y rehabilitación del paseo San Telmo para que la plaza del recinto de la ermita del mismo nombre se haya quedado a oscuras, esto es, sin una mínima y decente iluminación. En alguna red social va aumentando el nivel de denuncia e indignación de quienes transitan la zona, proclive, tal como está, a situaciones indeseadas. Cuentan, incluso, que ya se registran concentraciones de botellón en determinadas fechas de la semana.

Algo debe haber pasado para que, dándose las obras por finalizadas -algunos responsables políticos se hicieron las consabidas fotos-, haya quedado sin resolver una importante dotación, siquiera parcial o muy localizada. No son los flecos del proyecto, precisamente. Tiene que haber explicaciones sensatas, creíbles y congruentes -confiemos en que así sea tras la publicación de esta entrada- para saber por qué sigue a oscuras rincón tan llamativo de la ciudad, pórtico del corazón turístico de Martiánez, meses después de finalizado un proyecto, como saben, bastante controvertido (Precisamente, durante la ejecución de los trabajos, los muros del entorno de la plaza sufrieron daños y roturas, oportunamente atajadas merced a los usuarios de redes sociales que denunciaron aquella incidencia sobre un Bien de Interés Cultural (BIC), nada menos).

Y con las explicaciones, la ejecución de las tareas de instalación de alumbrado público, que es lo importante. No puede ocurrir que la situación se prolongue más tiempo, que la plaza y alrededores sigan oscurecidos. Ya no es la crónica falta de mantenimiento el problema sino la desidia, el silencio y hasta la cuestionada capacidad para gestionar.

Qué contraste con una estampa diríase que histórica, sin exagerar. Aquella portada del diario ABC en un mes de diciembre de un año de la década de los sesenta (seguro que si se busca, aparece), reproducida en numerosas ocasiones. Era una foto del inolvidable Pepe Fregel: la pequeña ermita envuelta en bombillas navideñas que parecían brillar aún más en medio del blanco y negro del periódico. Qué contraste...

No hace falta dramatizar hablando de plaza/ermita en tinieblas ni sucumbir a las fáciles tentaciones demagógicas. La realidad en San Telmo es oscura: el proyecto -igual la iluminación no estaba consignada, pero casi siempre hay remedio para las imprevisiones- quedó incompleto y ahí está, viendo pasar el tiempo -y los turistas y los nativos- tan entrañable rincón de la ciudad que un día fue primera página de un importante rotativo nacional y hoy ha quedado sumido en uno de esos cuadros de abandono que solo precisan de un poco de amor propio, de sensibilidad y voluntad política para sacarlo de ese marasmo que algo de vergüenza causa, sí.


Explicaciones, claro. Y manos a la obra, también.

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