Algo
debe haber ocurrido con la certificación final de las obras del
proyecto de acondicionamiento y rehabilitación del paseo San Telmo
para que la plaza del recinto de la ermita del mismo nombre se haya
quedado a oscuras, esto es, sin una mínima y decente iluminación.
En alguna red social va aumentando el nivel de denuncia e indignación
de quienes transitan la zona, proclive, tal como está, a situaciones
indeseadas. Cuentan, incluso, que ya se registran concentraciones de
botellón en determinadas fechas de la semana.
Algo
debe haber pasado para que, dándose las obras por finalizadas
-algunos responsables políticos se hicieron las consabidas fotos-,
haya quedado sin resolver una importante dotación, siquiera parcial
o muy localizada. No son los flecos del proyecto, precisamente. Tiene
que haber explicaciones sensatas, creíbles y congruentes -confiemos
en que así sea tras la publicación de esta entrada- para saber por
qué sigue a oscuras rincón tan llamativo de la ciudad, pórtico del
corazón turístico de Martiánez, meses después de finalizado un
proyecto, como saben, bastante controvertido (Precisamente, durante
la ejecución de los trabajos, los muros del entorno de la plaza
sufrieron daños y roturas, oportunamente atajadas merced a los
usuarios de redes sociales que denunciaron aquella incidencia sobre
un Bien de Interés Cultural (BIC), nada menos).
Y
con las explicaciones, la ejecución de las tareas de instalación de
alumbrado público, que es lo importante. No puede ocurrir que la
situación se prolongue más tiempo, que la plaza y alrededores sigan
oscurecidos. Ya no es la crónica falta de mantenimiento el problema
sino la desidia, el silencio y hasta la cuestionada capacidad para
gestionar.
Qué
contraste con una estampa diríase que histórica, sin exagerar.
Aquella portada del diario ABC en
un mes de diciembre de un año de la década de los sesenta (seguro
que si se busca, aparece), reproducida en numerosas ocasiones. Era
una foto del inolvidable Pepe Fregel: la pequeña ermita envuelta en
bombillas navideñas que parecían brillar aún más en medio del
blanco y negro del periódico. Qué contraste...
No
hace falta dramatizar hablando de plaza/ermita en tinieblas ni
sucumbir a las fáciles tentaciones demagógicas. La realidad en San
Telmo es oscura: el proyecto -igual la iluminación no estaba
consignada, pero casi siempre hay remedio para las imprevisiones-
quedó incompleto y ahí está, viendo pasar el tiempo -y los
turistas y los nativos- tan entrañable rincón de la ciudad que un
día fue primera página de un importante rotativo nacional y hoy ha
quedado sumido en uno de esos cuadros de abandono que solo precisan
de un poco de amor propio, de sensibilidad y voluntad política para
sacarlo de ese marasmo que algo de vergüenza causa, sí.
Explicaciones,
claro. Y manos a la obra, también.
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