jueves, 1 de marzo de 2018

UN FEO EN EL LAGO

El Patronato de la Fundación César Manrique se reunió días pasados por primera vez fuera de Lanzarote en el Puerto de la Cruz. Estuvo a punto de no hacerlo, por una de esas posturas difícil de no ser entendida como un capricho, en este caso, de responsables del gobierno local, arreglado al final, según parece, con la asistencia del alcalde a una cena de entrega de premios en la que anticipó la voluntad de llevar a cabo alguna iniciativa para compensar. Esperemos que no sea como la del Servicio de Atención a Turistas Extranjeros (SATE) que nunca existió después de haber pasado, eso sí, el alarde mediático.
Una lástima porque hubiera sido una excelente oportunidad para tratar de conciliar o hallar una alternativa a las diferencias existentes entre el Ayuntamiento y la misma Fundación y entre el primero y la empresa concesionaria de determinados servicios del complejo turístico 'Costa Martiánez', sustanciadas, en este caso, en una discordia que se prolonga a cuenta del abono del cánon consignado en el contrato correspondiente. La instalación, el famoso 'Lago', una de las señas de identidad del municipio, un lujo universal, considerado como la obra cumbre del genial artista lanzaroteño, está celebrando los cuarenta años de su puesta en funcionamiento. La firma Turismo Ocio Costa Martiánez ha hecho un considerable esfuerzo para que el aniversario no pasara inadvertido, sin tener en cuenta el desencuentro con el gobierno municipal que, según dicen sus ejecutivos, han intentado subsanar mediante el fraccionamiento de pago de la deuda contraída. Parece que ni siquiera han atendido sus puntuales escritos de predisposición a pagar.
Lo cierto es que el órgano rector del Patronato de la Fundación eligió -¡qué mejor espacio!- las dependencias del Lago para reunirse, para recorrer el complejo y seguro que para brindar por el éxito de esta obra singular y su futuro. No solo no fueron invitados a almorzar sino que ni siquiera pudieron visitar la antigua sala 'Andrómeda', reacondicionada y modernizada tras el fugaz paso del Casino Taoro, y reutilizada para actividades socioculturales en los últimos meses. Al final, se reunieron por su cuenta en un pequeño apartado del recinto, sin boato ni pretensiones fotográficas propagandísticas. No queremos pensar, francamente, que las desavenencias internas entre los dos grupos políticos del gobierno frustraron un acercamiento con la Fundación y con la empresa. Ni que el reparto competencial, al recaer en áreas o delegaciones políticamente distintas, también influye lo suyo. Negativamente. La Fundación, en cualquier caso, ya tiene un episodio desagradable para su intrahistoria.
Es una pena: el Lago es la joya que todos los portuenses, sin excepción, deberíamos cuidar. “Si fuera a cobrar 'royalties' -nos confesó personalmente en cierta ocasión el mismo Manrique- no habría dinero para pagarme”. Hemos defendido sin reservas su titularidad pública. Hemos dicho que no había que sucumbir a tentaciones privatizadoras. Hemos plasmado el esfuerzo de los creadores y de los trabajadores portuenses que allí dejaron buena parte de su quehacer. Seguimos convencidos de que hay fórmulas de gestión útiles y productivas que estén en consonancia con los intereses generales del municipio.
En cuarenta años, hay toda una historia que aglutina satisfacciones y sinsabores y de la que hay mucho que aprender. Pero resulta que no, que siguen empeñados en disentir, en tensar y en hacer dificíl una convivencia a la que las partes están condenados a entenderse. Y así suceden feos como el que comentamos: una discrepancia que quiebra la tirantez y alimenta los recelos, quién sabe si mermando las potencialidades y las propias prestaciones del complejo. Esto sería lo más gravoso, lo más perjudicial.
A ver si se enteran. Menos caprichos y menos intransigencias. Manrique y su obra cumbre se merecen otra cosa.

2 comentarios:

Unknown dijo...

tienes toda la razon jose carlos gracia

Unknown dijo...

mucha razon