jueves, 7 de junio de 2018

LA LECTURA, GRAN DÉFICIT

El presidente de la Asociación de Periodistas de Investigación, Antonio Rubio, de reciente estancia en las islas, donde atendió una invitación del Consejo Escolar de Canarias para explicar el alcance de la penetración del periodismo en las aulas, afirmó que el gran déficit que encuentra en el alumnado es la lectura. Siendo una cuestión fundamental, como él mismo señala, que los alumnos no lean la hace aún más complicada.
El mensaje de Rubio era tan contundente como ilustrativo: “Si no lees, no sabes escribir; si no sabes escribir, no sabes hablar; y si no sabes hablar, no sabes comunicar. La principal función del periodista es saber escribir y saber comunicar. Da pena encontrar, no solo en los textos de los alumnos, sino en los de muchos medios, que la estructura narrativa no existe. Yo confieso que empiezo a leer cada día menos periódicos y lo que hago es leer a determinados periodistas. Y leo más libros que periódicos”.

¿Cabe extrañar entonces que, independientemente de las connotaciones manipuladoras o sesgadas de los partidos y de los políticos, y de la cultura política limitada que caracteriza a amplios sectores de la sociedad española, se esté produciendo una reacción desconcertante y destemplada a raíz de la censura aprobada en el Congreso de los Diputados que convirtió a Pedro Sánchez en el presidente del Gobierno de España? No: si a la carencia de hábitos de lectura se unen la desinformación y la desafección de la política en general, por múltiples razones, nos encontramos con un preocupante panorama que condiciona, cuando menos, la madurez de la democracia.

Porque se puede desconocer la mecánica y los pasos de una moción de censura. Pero cuesta aceptar que, a estas alturas, no se sepa que es una fórmula consolidada en las democracias occidentales mediante la cual se puede acceder, en este caso, a un Gobierno, de manera que, en plena tramitación, abundaron quejas y criterios para reclamar elecciones cuanto antes y reprobar la senda seguida con tal de producir un cambio de timonel y tripulación en el ejercicio del poder político.

Por lo tanto, o leemos más o se corre el riesgo de ser uno más en la sociedad desinformada que traga lo que le echen, no solo bulos o noticias falsas, sino bodrios radiofónicos y televisivos carentes del mínimo rigor y de valor comunicativo y con insultos y descalificaciones como ingredientes principales de sus contenidos. Leer para escribir, para hablar y para comunicar, siguiendo el itinerario condensado de Rubio cuya propuesta, respaldada por la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), de crear una asignatura sobre medios de comunicación gana cada vez más adeptos.

Planteo -dijo- que es muy importante que el concepto de los medios de comunicación entren en la escuela. Los medios de comunicación, las redes e internet nos están invadiendo de tal manera que no estamos reflexionando sobre absolutamente nada. Intentémoslo entre todos y enseñémosles a los alumnos qué es un medio de comunicación y qué es una noticia”.
De esa manera, habría una ciudadanía mejor informada y más juiciosa a la hora de tomar decisiones. Leer más, desde temprana edad, para saber seleccionar las lecturas y saber distinguir las fuentes. Ciudadanos, en fin, más críticos y mejor formados.

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