miércoles, 12 de febrero de 2020

EL SELLO DE CAVERO


Dos opiniones y un pensamiento propio.
...El pincel se ha convertido en el arma defensiva con la que expresa y arranca de su otro yo la frustración o el regocijo...” (Encarna Delgado Luis, poetisa y pintora).
Esos fondos negrios, aparentemente sin atmósfera, sin esperanzas, pero siempre iluminados con esos colores a menudo primarios, fuertes, contundentes, agresivos, tanto en su cromática como en su contenido... (María del Carmen Sáez, licenciada en Bellas Artes).
Cuando en la travesía tu mente está solo en llegar, estás pagando un alto precio: pagas con tu tiempo y tu tiempo es tu vida” (Francisco P. Cavero).
Cavero, nacido en Zaragoza en 1930, falleció ayer en el Puerto de la Cruz, donde vivía desde 1990 y donde dejó huella en sus ámbitos culturales, no en vano los impulsó con ánimo emprendedor y con ganas de transmitir su vena artística. Recordaba que su primer cuadro databa de 1962 pero será años después, tras el paso por la Escuela de Artes y Oficios de la capital aragonesa, donde cursa estudios de cerámica y dibujo artístico y por el Estudio Borsao donde expone en varos colectivas, cuando se toma la pintura en serio, tal es así que ingresó en la Asociación de Artistas Figurativos Aragoneses (Adafa) y hace varias exposiciones individuales.
En Tenerife, presenta obra por primera vez en el Liceo Taoro, de La Orotava, en tanto ejerce como profesor de pintura en el Club de Mayores de la ciudad turística. Junto a otros seis amigos, promueve el Colectivo Cultural '7 Islas', del que es nombrado presidente fundador. Fue promotor, asimismo, de una pequeña galería de arte que abrió en la sede de Correos y Telégrafos de la localidad portuense. Fue siempre un dinamizador de la actividad cultural en el Puerto: era habitual verle en los espacios donde se sucedían las actividades no solo pictóricas o esculturales sino bibliográficas y de otro tipo. Se interesaba por el quehacer de los artistas locales, especialmente durante los concursos y exposiciones de pintura al aire libre que también contribuyó a realizar.
Su fallecimiento deja un cierto vacío en el Puerto y en los ambientes que frecuentaba. Sensible, discreto y tenaz, se esmeró en ayudar a creadores que se hicieron a sí mismos y en animarles a superarse. “La obra de Cavero supone, en su conjunto, la libertad del sentimiento expresado con la fuerza dramática de la experiencia”, escribió Encarna Delgado Luis.
Una acertada síntesis de su vocación artística, de su producción y de sus inquietudes socioculturales. Dejó sello, sí.



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