martes, 25 de febrero de 2020

ITURGÁIZ POR ALONSO


Los partidos políticos son muy libres de tomar las decisiones que sea cuando se trata de designar o elegir a sus candidatos. Algunas formaciones tuvieron que ceder en su día a la presión de sus bases para ir instaurando el sistema de primarias, denominación algo inapropiada pues es más consecuentes hablar de elecciones internas, sobre todo cuando concurren más de un candidato. En el fondo, se trataba de democratizar la decisión de modo que el ganador tuviese un sólido aval orgánico y representara a toda la organización. Esta, a su vez, cerraba filas, reflejaba la unidad y, teóricamente, ganaba en respetabilidad y credibilidad. Téoricamente...
Pero, entre las imperfecciones de los sistemas normativos, la inexperiencia, la confusión y las zancandillas o el fuego amigo, a las dichosas primarias terminó cargándolas el diablo, que es tanto como decir que brotaron con cierta maldición y no terminan de cuajar. Las informaciones que dimanan suelen estar caracterizadas por escandaletes, de mayor o menor recorrido, impugnaciones y decisiones que han de aguardar resoluciones judiciales. Lo lógico sería que, una vez terminado el proceso, todos a una a apoyar al vencedor. Pero no es así: se producen heridas que no cicatrizan, rebeliones, deserciones, descontentos y divisiones internas, quien sabe si con consecuencias irreversibles.
Lo dicho: cada partido decide. Y al tratarse de un asunto interno, hay que respetar. En consecuencia, es de aplicación para el más reciente de esos casos que revuelven el patio, la sustitución de Alfonso Alonso por Carlos Iturgáiz como candidato a la presidencia de Euzkadi por el Partido Popular (PP), por parte de Pablo Casado, según decisión de su presidente naconal, Pablo Casado, una vez consumada la entente con Ciudadanos, pactada inter pares y a espaldas de los dirigentes populares vascos.
Los hechos se sucedieron casi vertiginosamente desde que Cayetana Álvarez de Toledo se interpuso en el camino hasta culminar -por ahora- en la tarde de ayer con la dimisión de Alonso, que anuncia, de paso, su retirada de la política. Curiosamente, Iturgáiz ya lo había hecho cuando Casado decidió que ocupase el puesto 17 en la candidatura a las últimas elecciones europeas. Ahora ha retornado. Ironías -porque son ironías- de la política.
La sacudida política es evidente, ya sin escarceos. Nos jugamos mucho, se escuchó en los discursos del arranque. Otros se preguntan qué aporta Ciudadanos a esta alianza, en la que el candidato popular coquetea sin reservas con el partido innombrable porque para eso cree en la tormenta perfecta, “aunque no lo quieran”, según declaró.
Ya veremos qué llevan las alforjas del viaje.


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