Seguro que más de un lector desconoce que hoy domingo hay elecciones legislativas en Venezuela. Antes, cada convocatoria electoral en aquel país, incluso en los tiempos de Chávez, despertaba unas expectativas notables. Ahora, el curso de los acontecimientos, la evolución revolucionaria, han ido despojándolas de interés. Es lo que tienen los regímenes totalitarios que buscan disfraces de todo tipo para legitimarse.
Se trata de elegir una nueva Asamblea Nacional, en manos de la oposición desde hace cinco años pero privada de poderes por los gobernantes herederos del chavismo. El proceso ha interesado muy poco. Los comicios han sido boicoteados por varias organizaciones políticas y sus resultados no serán reconocidos, ni por Estados Unidos ni por la Unión Europea. Se quería aplazarlos, con el fin de propiciar un diálogo entre Gobierno y oposición para generar un clima adecuado y superar la crisis institucional y la fractura social que predominan en el país. Pero las apelaciones a la cordura y a un entendimiento político de mínimos, para celebrar las elecciones con garantías y con presencia de observadores internacionales, no han servido de nada.
Así las cosas, los más de 20,7 millones de venezolanos registrados en esta ocasión deberán elegir a los 277 integrantes que tendrá la nueva Asamblea Nacional, de los que el 52% serán elegidos mediante el sistema proporcional (144 diputados) y un 48% (133 diputados), mediante el sistema nominal. En total, hay más de catorce mil candidaturas de más de un centenar de partidos, entre los que no figuran los que se aglutinan en torno al autoproclamado presidente Juan Guaidó, reconocido en buena parte de la comunidad internacional, pero quien, por las razones que sea, no ha sabido o no ha podido robustecer su liderazgo.
La oposición ha apostado por el boicot electoral, denunciando que las elecciones no cuentan con las garantías para ser libres, democráticas y justas habida cuenta de que el chavismo es el que controla todos los órganos del Estado, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE), encargado de organizar estas elecciones. Concurrirán, en cualquier caso, partidos políticos de rango menor, sin apenas trayectoria política y con candidatos de escaso bagaje.
Todo da a entender, pues, que Nicolás Maduro ganará cómodamente y seguirá siendo el presidente de la República. Fíjense si sentirá seguro que días pasados, como remate de la campaña, lanzó el siguiente órdago:
"Dejo mi destino en manos del pueblo de Venezuela. Si vuelve a ganar la oposición en la Asamblea Nacional, yo me voy de la Presidencia, yo no me quedaré más aquí", aseguró. El presidente dijo que como "guerrero" que es, está dispuesto a aceptar el "reto" planteado por la oposición, que sostiene que los comicios son un plebiscito sobre el mandatario.
Veremos cuál es la participación. Entonces, el “guerrero” sabrá hasta dónde llega su destreza.
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