Se mueve el flanco inmobiliario del sector turístico. La situación genera operaciones de compraventa, de transacciones, ofertas y arrendamientos, realquileres, fusiones… En fin, hay propiedades que no resisten para afrontar sus obligaciones y estiman que este es el momento adecuado para aligerar o desprenderse de sus activos.
(En Canarias tenemos un ejemplo con el grupo Gema Hoteles, adquirido por la firma Alua, vinculado a un grupo inversor estadounidense y propietario del portuense hotel Parque San Antonio. Nadie de la anterior propiedad, según nos cuentan, se ha tomado la molestia de comunicárselo personalmente y despedirse de los empleados. Viejos hábitos, ya sabemos).
El caso es que quienes anden interesados en la venta de un establecimiento hotelero deben tener en cuenta algunos factores que favorezcan la iniciativa. Se trata de estudiarlos a fondo y tenerlos en cuenta antes que malvender.
El volumen de negocio presente, el futuro del sector turístico y el tipo de inversor en el momento de promover la operación han de ser necesariamente contextualizados en un un obligatorio análisis del mercado.
Luego hay que definir los objetivos. Depende de las intenciones, claro: conservar la gestión del hotel, por ejemplo, pero sin querer el activo. Otra: se necesita capital circulante pero se quiere conservar el establecimiento y la gestión. Y hasta puede darse el caso de querer salirse del negocio para invertir en otros sectores. Según los objetivos, se opta por la modalidad que se acepta como más conveniente. Sobra decir que cambiar de rumbo en plena negociación no solo puede dar al traste con la misma sino que merman el valor del activo. La imagen y la marca tampoco saldrían muy beneficiados con esos cambios.
La periodista de hosteltur.com, Ángeles Vargas, ha publicado un interesante estudio sobre el particular en el que reconoce que “el punto más conflictivo en estos momentos, es casar lo que quiere la oferta con la demanda. Aunque la valoración de cada activo es muy particular, rige el principio de que un hotel vale lo que es capaz de producir, pero puede haber otros elementos que interfieran. Por eso se realizan diferentes valoraciones desde puntos de vista diversos. Tener diferentes enfoques para tener una visión lo más realista posible. Por ejemplo, el método de valor de reposición o el método de valor de comparación”.
Señala Vargas también que es indispensable preservar la confidencialidad del proceso de negociación que se entable. Y es los riesgos de información falsa son evidentes en las circunstancias actuales. Habla de conversaciones “ajenas al ruido”. Y es que si se ven interferidas, la operación salta hecha añicos o se vería frustrada quien sabe si tras un trabajo realizado arduamente en diferentes pasos. Recomienda la periodista que solo “los actores principales implicados deben conocer las intenciones o detalles de la operación”. A la que el cuerpo de trabajadores o empleados, añadimos nosotros, no debe ser ajeno una vez consumada. Al menos, para que no se entere por los medios y reciba una carta de atenta despedida. De su suerte, se supone, ya informará el comprador.
1 comentario:
El Capital es muy conservador, no soporta nada bien la incertidumbre, y ahora mismo en España la incertidumbre es muy alta. Cuándo el futuro se augura peor que el presente el capital vende para intentar salvar el máximo posible. Esperar es perder.
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