lunes, 8 de enero de 2024

Cuando merma la credibilidad

 El director de una publicación digital explicaba recientemente que los medios están agotados, desanimados y con un creciente pesimismo para justificar las razones del por qué los consumidores de información han dejado de seguir las noticias, al menos de forma tan regular como lo hacían antes. Precisamente el consumo de información es lo que ha ido alimentando esa deserción.

El fenómeno se detecta después del verano, cuando habiéndose centrado en la realidad más cercana –también con sus luces y sus sombras- pareciera que se abrió un mundo casi nuevo y ello significó un notable alivio de manera que se les apreciaba más contentos y relajados, tendencias difíciles de mantener pero que igual se desarrollaban en la misma línea durante los meses siguientes.

La saturación informativa, según el relato del periodista Javier Fumero, hace que los medios de comunicación ya no les parezcan fiables, han perdido credibilidad. “A los periodistas se nos acusa de habernos convertido en defensores de ideologías, de testigos de parte. Estaríamos usando las noticias para captar adeptos para nuestra causa”, escribe. Parece, por tanto, que hay ciudadanos desencantados con nuestro trabajo. Ya no piensan que la prensa se esté esforzando por contar lo que pasa, intentando mostrar los sucesos tal y como son, sin mezclarlos con opinión.

Otra causa: la necesidad de captar a la audiencia (y robársela al periódico vecino) está derivando en la elección de titulares cada vez más escandalosos, llamativos, y que dramatizan en exceso. Por otro lado, se tiende a cargar las tintas sobre hechos negativos, previsiones pesimistas o advertencias catastrofistas. Eso, dicen los lectores, también desgasta, agota, cansa. Y convierte a los medios de comunicación en instrumentos tóxicos, que terminan por arrebatar el sosiego a las personas.

No es fácil la digestión de estos factores. Si entre los que aún siguen ejerciendo el oficio, cada vez son más visibles los críticos, los usuarios regulares de medios de comunicación afrontan el problema con un escepticismo galopante. Quizá por eso mismo el diagnóstico resulta tan interesante. Fumero, por ejemplo, se siente particularmente sensible con el abuso del denominado ‘clickbait’, una suerte de anzuelo tramposo en titulares para captar lectores. Se hurta la información del encabezamiento y se elige una frase lo más seductora posible que, para colmo de males, en demasiadas ocasiones defrauda respecto al contenido que esconde dentro.

Pero lo más grave de todo es, a su juicio, esa enmienda a la credibilidad de los profesionales de la información y la irrupción del periodismo de trinchera. Como el cliente siempre suele tener razón, es normal dar por buena la acusación. “Y eso significa, Houston, que tenemos un problema”, tal como explica Fumero. Y grave. Es muy fácil perder la confianza de las personas pero se tarda años en recuperarla.



No hay comentarios: