viernes, 22 de agosto de 2025

Nada, tras la "estrellada"

 

Como ocurre con unos cuantos dotacionales en el Puerto de la Cruz, ya hay que contar por años el período de estado ruinoso y de inutilidad en que se encuentra la estación de servicio de la Punta de la Carretera en el Puerto de la Cruz, la cual sufrió un derrumbe parcial de su techumbre y otra serie de desperfectos. Desde entonces, salvo alguna limpieza puntual, una tarea de desescombro y alguna otra de desinstalación y cierre -omitimos, por resultados desconocidos, las gestiones entre las partes afectadas para diseñar una actuación urbanística orientada a la reposición o renovación del sector-, desde entonces, decíamos, la instalación, declarada en su día Bien de Interés Cultural (BIC), otorgada hace décadas, duerme el sueño de la desidia que, en la localidad norteña, es muy profundo, por cierto.

Es otro rincón de la geografía urbana portuense que se dibuja esclerotizada, sin muchas iniciativas que digamos. Ni de agentes sociales ni del gobierno local ni de la oposición. Malos tiempos para un municipio que se va anquilosando, con una clara pérdida de ilusión colectiva. Cualquiera que circule por los alrededores, en coche o a pie, se encontrará con una impactante estampa de abandono, de escombros amontonados, de desperfectos, de espacios inutilizados, impropia de una de las salidas viarias más importante del municipio.

Claro, el abandono, fruto del cierre total y de la carencia de mantenimiento, cuando se acentúa alcanza niveles penosos… y hasta vergonzantes. Las dependencias de la planta inferior de la estación llevan años cerradas. Han ido cediendo hasta las puertas y las cadenas que las resguardaban e impedían el acceso de vehículos que, aún así, tratan de buscar algún espacio para estacionar. Como son muy visibles desde la calle Cupido o desde la ascendente Agustín de Bethencourt, la realidad del deterioro es visible y se palpa desde cerca.

La estructura exterior de la edificación –donde ha brotado alguna especie arbórea- presenta desconches varios, señales de desprendimientos, cristalería destrozada, despintados… en suma, un adefesio urbanístico.

Es imposible mantener la declaración de BIC con estas condiciones que han ido al limbo, es decir, a ese lugar en el que ni el concesionario ni la administración local tienen ganas ni –probablemente- competencias efectivas para reacondicionar. La declaración fue concedida por la originalidad de las formas arquitectónicas de la estación, erigida frente al rascacielos construido en pleno desarrollo turístico de los años sesenta.

Pues ahí sigue, con sus evidentes huellas de desidia, la estación de servicios de la Punta de la Carretera, el amasijo que queda. Alguien debería mover ficha para ver si hay alguna salida. Nos consta la intención del concesionario, hace años, para activar una solución que chocaba con las concepciones y cierta rigidez en la declaración de BIC que hacía difíciles –por no decir imposibles- las posibles modificaciones, incluso las tareas de reacondicionamiento y las alternativas de uso.

Pero ya se ha llegado a esos extremos inadmisibles, a esa realidad espantosa que daña la vista. Miles de coches y miles de personas circulan a diario por la zona. ‘La Estrella’ es de las que no brilla, de las que ofrece una cara poco amable y poco edificante. Alguien debería dar el paso para revisar a fondo su realidad presente, aunque el proceso de negociación, seguro, esté erizado de dificultades.

Lo que no puede ocurrir es que haya que seguirse tragando, sin más, la deplorable estampa. Porque seguimos sin nada, después de que estallará la “estrella”. Solo restos.


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