martes, 22 de enero de 2013

AHORA, DESESPERANZA


Anda el personal -hasta el más profano- muy entretenido y muy convulso con todo lo que sucede en torno a las finanzas del partido gubernamental pero no debería perder de vista las medidas que aplica para seguir desmantelando el sistema de dependencia. Porque sí que es otro aspecto relevante no solo para dar por liquidado el Estado del bienestar -lo consiguieron en un año, qué diestros- sino para palpar las dificultades de subsistencia que acumulan quienes se ven directamente afectados por tantas e incesante restricciones.
            Los datos negativos son muy inquietantes. Por decisión del Gobierno, hasta cuatrocientos mil dependientes moderados no han podido acceder al sistema el pasado 1 de enero como en principio estaba previsto. Unos ciento cincuenta mil cuidadores familiares han perdido la cotización a la Seguridad Social que hacía el Estado por ellas. Y es que, claro, en cuestión de números, hay que rendirse a la evidencia: de mil setecientos millones de euros presupuestados en 2011, se pasó a mil cuatrocientos un año después y en el presente a mil ciento setenta millones de euros. O sea que la aportación del Estado a la financiación de la dependencia ha disminuido más de un 30%. Repercusión en esas personas que tanto decían priorizar en campaña electoral: hay casi diez mil menos atendidas al quedar excluidas del sistema.
            Este es el efecto más preocupante. Ya no es una sensación sino una realidad: las personas más vulnerables, las familias en riesgo de exclusión social y las personas que no se pueden valer por sí mismas se están viendo en situación de abandono. Sin demagogias, porque las cifras saltan a la vista: ese apoyo que necesitan, y que en el fondo es un derecho, se evapora. La atención a la dependencia y los servicios sociales básicos empieza a menguar de forma considerable, como puede contrastarse también con la práctica supresión del Programa de Teleasistencia, que ha quedado sin consignación presupuestaria, y con una reducción del 65% con respecto a 2011 de la dotación específica del Plan Concertado para financiar la dependencia.
            De modo que, siendo importante y trascendente para la democracia, para la convivencia política -y para la marca España, ¿o no?- todo lo que está sucediéndose en el seno del partido gubernamental, que se tenga en cuenta el apremio y el sufrimiento -sí, el sufrimiento- de quienes palpan en sus carnes la disminución de la calidad de las prestaciones que reciben y de quienes, como familiares o allegados, padecen un exceso de burocratización para dificultar y disuadir el acceso a sus prestaciones.
            Antes, una conquista o un derecho. Ahora, una desesperanza

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