Treinta años se cumplieron el pasado 16 de
marzo de la visita privada que efectuó al Puerto de la Cruz Su Alteza Real
(SAR) don Juan de Borbón, padre de Su Majestad el Rey, don Juan Carlos I. Fue
en ocasión de una breve estancia en la isla, donde don Juan de Borbón
cumplimentó a las autoridades civiles y militares.
En la ciudad turística, después de la
recepción oficial en las casas consistoriales, SAR visitó las instalaciones del
complejo turístico “Costa Martiánez” y el hotel “Orotava Garden”, que así era
su denominación de entonces.
Don Juan de Borbón estuvo acompañado por
el teniente general García Conde, jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire y
su ayudante, Pedro Lapique, capitán de fragata. En la comitiva, también
figuraban Leoncio Oramas, Rafael Clavijo e Ildefonso Salazar, conde de Siete
Fuentes.
En el Ayuntamiento, fue recibido por el
alcalde accidental, Félix Real González, y cumplimentado por una nutrida
representación de la corporación municipal. Don Juan de Borbón, además de
firmar en el libro de oro de la institución municipal, se interesó por la
marcha de la ciudad, destacó sus valores turísticos, recorrió las dependencias
y tuvo palabras de admiración para la configuración del salón de plenos.
Los periódicos de la época dan cuenta del
acontecimiento que significó la visita del padre del Rey de España. Así, en la
crónica de Diario de Avisos, ilustrada
con cinco fotografías y una mención en primera página, se señala que tras su
visita al Ayuntamiento, don Juan de Borbón se trasladó a pie hasta “las
instalaciones del complejo de Martiánez, que elogió notoriamente por su estado
de conservación”.
Desde
el Lago marcó al hotel “Orotava Garden” donde almorzó y fue cumplimentado por
sus propietarios que le regalaron un cuadro original. En la misma información del citado periódico,
se recoge la anécdota de la jornada, “protagonizada por nuestro compañero
Enrique Serrano, que se presentó en el almuerzo de dicho hotel con las
fotografías ya reveladas del acto del Ayuntamiento, con el fin de entregárselas
a don Juan de Borbón, quien no pudo ocultar su sorpresa por la diligencia de
nuestro compañero, a quien firmó dos de sus placas, además de quedarse con el
resto del material gráfico obtenido, subrayando el sacrificio y el desvelo de
los fotógrafos de prensa”.
El
conde de Barcelona y su séquito, al terminar el almuerzo, se despidió de las
autoridades locales y se desplazó al aeropuerto de Los Rodeos desde donde
emprendió viaje de regreso a Madrid.
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