viernes, 1 de marzo de 2013

EL LAGO DE TODOS. LOS PORTUENSES NO PUEDEN PERMANECER NI INDOLENTES NI INDIFERENTES


Han vuelto a soplar los vientos de la privatización de la gestión del complejo turístico ‘Costa Martiánez’, el Lago, para entendernos coloquialmente. De ello hemos hablado y escrito en el pasado. En su momento (debió ser en el mandato 2003-07), cuando ejerciendo la oposición política en el consistorio, frenamos a tiempo con una moción las intenciones del gobierno local de entonces (muchos de sus componentes son prácticamente los mismos de ahora), señalando razones éticas y hasta sentimentales para no llevar a cabo la iniciativa que tenía -y tiene- una alternativa en forma de empresa mixta que, además de poder asumir la gestión, impediría, sobre todo, que cobrara cuerpo la sensación de que el pueblo pierde también el Lago, deja de controlarlo o lo cede a terceros. Por mucho que se explique que sigue siendo de titularidad pública o que no merma el patrimonio municipal. Es decir, un día le arrebataron la playa al pueblo -para bien, con todos sus matices- y ahora quieren que sean otros quienes exploten una seña de identidad, la joya de la corona, la tercera instalación más visitada de la isla.

La pregunta, aunque pueda parecer demagógica, es inevitable: entonces, los portuenses, representados en su Ayuntamiento, ¿no pueden o no saben gestionar directamente el complejo? ¿Tan difícil es hacerlo? ¿Es que la incapacidad llega a esos extremos? ¿Es que el afán privatizador no tiene freno, por muy alta que haya sido la fiebre del pasado?

Lo cierto es que, necesitado el gobierno local de transmitir que se están haciendo cosas y que la rehabilitación turística va por buen camino, salta a los medios la voluntad de materializar una nueva concesión administrativa que, de hecho, supone convocar un concurso para que la empresa privada (una o más) gestione durante un período de años la explotación del Lago. Llamó la atención -seguro que con el fin de alarmar lo menos posible- que en las informaciones periodísticas se consignara que los trabajadores tendrían su continuidad garantizada.

Pero he aquí que la mosca zumbó en los oídos del personal del complejo y éste haya dicho que desde el Ayuntamiento se les informó de que hasta el año 2018 no iba a ser modificada la actual fórmula de gestión pública. Pero la mosca no se ha alejado del todo: recibe versiones de que se está haciendo un estudio de costes y rendimiento, es decir, los preliminares del proceso de privatización. O sea, el viejo andar de la perrita. Por supuesto, para estar en consonancia con la corriente o la doctrina más actual que subyace en cualquier reforma, ya hablan de importantes ahorros de gastos para la estructura municipal.

Pues ya deberían saber los empleados públicos del Lago por donde conducirse, esto es, prepararse y asegurar. Que no se cansen de pedir informes escritos, y de reunirse, y de estudiar el asunto con quienes haga falta las veces necesarias. En casos similares anteriores, la parte social no corrió con la mejor suerte. Cuidado con picar ciertos anzuelos o desentenderse.

Pero ésta no es una cuestión solo de los empleados, de ahí que sea saludable la primera aparición de la presidente del Centro de Iniciativas y Turismo (CIT), Hortensia Hernández, quien, además de reclamar un amplio consenso político, apela al papel activo de estamentos y operadores turísticos. No se puede ser indiferente ni indolente en este posible trance.

Hacia una empresa mixta

La alternativa que sugerimos, una empresa mixta, está esbozada desde hace algún tiempo. En ese sentido, transcribimos un fragmento de la tercera entrega de un trabajo titulado “Alternativa para un modelo de gestión”, publicado en junio del pasado año:

         “…En aquel momento, pues, se frenó el intento de acometer una gestión indirecta o privatización. Se materializó un proyecto de remozamiento de las instalaciones, derivado de un ventajoso convenio para el Ayuntamiento suscrito con el Cabildo Insular, aprovechando el traslado del Casino Taoro. Y nunca más se supo, porque en el siguiente mandato 2007-11 no se volvió a plantear la cuestión. En el presente, ya lo saben: situación límite, una cooperativa que desaparece, una deuda contraída con el Ayuntamiento por importe cercano a los tres millones de euros, deterioro evidente de las instalaciones, merma de la calidad en la prestación de los servicios, menguada profesionalidad, instrumentalización política en la contratación de personal y escasa sensibilidad por parte de los responsables directos…

         Procede, pues, un cambio en el modelo de gestión. Las circunstancias han cambiado; pero para ser consecuentes con los planteamientos defendidos hace más de cinco años, aportamos la alternativa de una empresa mixta, con capital mayoritario del Ayuntamiento. Es una manera de comprometerse y de hacer que prepondere lo institucional, lo público. Es una modalidad garantista, en la que personas privadas y la Administración, en este caso, la local, son propietarios del capital y, por consiguiente, se toman las decisiones de forma conjunta. La participación dependerá de los derechos y acciones que las partes tengan en la empresa. Con la empresa mixta se trataría de optimizar el desempeño que el Ayuntamiento ha de acometer para afrontar un hecho crucial en un complejo turístico cuyas características han quedado suficientemente descritas en esta serie. Un desempeño que ha de estar caracterizado, en todo momento, por la profesionalidad y por el rendimiento positivo.

         Todo, pensando en el interés general y en la revitalización de unas instalaciones únicas, el primer parque marítimo de Canarias, que ha generado unos estimables niveles de riqueza y no sólo económica. Claro que para esta consecución se requiere un amplio consenso político. Y también, igual de claro, un Ayuntamiento en mejores condiciones económico-financieras. Acaso estribe aquí la gran dificultad. Pero el asunto es inaplazable y alguna solución hay que adoptar. Es una de las claves del mandato”.

Es una vuelta al pasado, un retroceso a los años cincuenta y al Lido de Gilbert. De modo que una gestión indirecta pura y dura tiene su alternativa. Hay que apremiarla. Y superar la fiebre privatizadora. El Lago es de todos, aunque a lo largo de los últimos años se haya deteriorado y no se haya mantenido adecuadamente. Los portuenses tienen que entender que no puede seguir menguando su patrimonio, lo suyo, lo que tanto les ha costado. No pueden permanecer impasibles. Por eso apelamos a valores éticos y sentimentales. Al final, va a resultar que a los hijos del pueblo, utilizar o disfrutar de lo que es suyo, les va a significar un desembolso, otro más. Y que no vengan con la cantinela de que no es la época de la economía subvencionada. El riesgo de que se quedan sin nada salta a la vista. La hipoteca. Si para el futuro parque marítimo y hasta para el puerto también hay que abonar, pues ya nos dirán donde se puede transitar, entretenerse o solazarse.
Con razón, circulan bromas e ironías en redes y conversaciones: ¿Qué será lo próximo: el Peñón del Fraile o la ñamera de la pila?

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