Es de esos datos que llaman la atención e inquietan: el gasto
del turismo emisor español ha descendido a niveles del año 2005. En efecto, la
balanza de pagos del Banco de España refleja que los turistas españoles que
salieron al extranjero en 2012 gastaron algo más de once mil novecientos
millones de euros, un 4,15% menos que el año anterior.
No es de
extrañar, ciertamente. Es una puerta desde la que se accede a la constatación
de la crisis: menor poder adquisitivo, menor capacidad de consumo, gastos
prescindibles… Este porcentaje es revelador de la recesión económica que sufre
el país y, si nos apuran, hasta explica aquellas declaraciones del ministro
Soria del verano pasado cuando recomendaba -para contrariedad del sector de
agencias de viajes y operadores turísticos- que se hiciera “siempre” turismo
interior.
Lo cierto es
que cuando se inició la crisis, allá por 2008, ya se advirtió una primera caída
interanual del gasto de viajeros españoles fuera de nuestro país, un -3.7%. La
recuperación en 2010 llamó poderosamente
la atención, un +4.8%; hasta que volvió a flojear un año después con un -1,9%. Puede
afirmarse que después de haberse disparado, coincidiendo con el período de
bonanza al calor de la poco célebre burbuja inmobiliaria, los niveles de gasto
de los turistas españoles en el exterior rondan los doce mil millones de euros,
similares a los de hace ocho años.
Hay quien
hace, de todos modos, una lectura positiva de este indicador: el descenso de
los viajes de los españoles al exterior ha propiciado el incremento del
superávit en la balanza de pagos. Así se refleja en los informes del Banco de
España: en 2012, los ingresos por turismo sólo crecieron un 0,65%, hasta
alcanzar los cuarenta y tres mil trescientos seis millones de euros. La citada
balanza refleja que el descenso ha permitido incrementar el superávit en un
2,6%.
El reciente
cierre de una firma especializada, sobre todo el con preocupante añadido de la
destrucción de miles de puestos de trabajo, incide en el inquietante dato del
principio. España descendió en 2012 desde la undécima a la decimooctava
posición del elenco mundial de países emisores de turistas. De ahí que aquellas
recomendaciones del ministro Soria fueran contestadas desde un importante
sector: se había olvidado de que en España hay más de seis mil agencias de
viajes que dan trabajo a más de cincuenta y cuatro mil personas y facturaron
ocho mil millones de euros.
El contraste
sirve para apreciar que turismo somos todos y que, aunque el equilibrio y la
satisfacción plena de los subsectores son difíciles de lograr, hay que ponderar
el papel de cada uno de ellos para evitar desequilibrios e inestabilidades que
agraven la crisis.
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