miércoles, 13 de marzo de 2013

GASTO TURÍSTICO EXTERIOR


Es de esos datos que llaman la atención e inquietan: el gasto del turismo emisor español ha descendido a niveles del año 2005. En efecto, la balanza de pagos del Banco de España refleja que los turistas españoles que salieron al extranjero en 2012 gastaron algo más de once mil novecientos millones de euros, un 4,15% menos que el año anterior.
            No es de extrañar, ciertamente. Es una puerta desde la que se accede a la constatación de la crisis: menor poder adquisitivo, menor capacidad de consumo, gastos prescindibles… Este porcentaje es revelador de la recesión económica que sufre el país y, si nos apuran, hasta explica aquellas declaraciones del ministro Soria del verano pasado cuando recomendaba -para contrariedad del sector de agencias de viajes y operadores turísticos- que se hiciera “siempre” turismo interior.
            Lo cierto es que cuando se inició la crisis, allá por 2008, ya se advirtió una primera caída interanual del gasto de viajeros españoles fuera de nuestro país, un -3.7%. La recuperación  en 2010 llamó poderosamente la atención, un +4.8%; hasta que volvió a flojear un año después con un -1,9%. Puede afirmarse que después de haberse disparado, coincidiendo con el período de bonanza al calor de la poco célebre burbuja inmobiliaria, los niveles de gasto de los turistas españoles en el exterior rondan los doce mil millones de euros, similares a los de hace ocho años.
            Hay quien hace, de todos modos, una lectura positiva de este indicador: el descenso de los viajes de los españoles al exterior ha propiciado el incremento del superávit en la balanza de pagos. Así se refleja en los informes del Banco de España: en 2012, los ingresos por turismo sólo crecieron un 0,65%, hasta alcanzar los cuarenta y tres mil trescientos seis millones de euros. La citada balanza refleja que el descenso ha permitido incrementar el superávit en un 2,6%.
            El reciente cierre de una firma especializada, sobre todo el con preocupante añadido de la destrucción de miles de puestos de trabajo, incide en el inquietante dato del principio. España descendió en 2012 desde la undécima a la decimooctava posición del elenco mundial de países emisores de turistas. De ahí que aquellas recomendaciones del ministro Soria fueran contestadas desde un importante sector: se había olvidado de que en España hay más de seis mil agencias de viajes que dan trabajo a más de cincuenta y cuatro mil personas y facturaron ocho mil millones de euros.
            El contraste sirve para apreciar que turismo somos todos y que, aunque el equilibrio y la satisfacción plena de los subsectores son difíciles de lograr, hay que ponderar el papel de cada uno de ellos para evitar desequilibrios e inestabilidades que agraven la crisis.

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