Rescatar el Taoro, el antiguo hotel, el antiguo casino.
Rescatarlo del cierre y del abandono casi total -todavía andan allí las
dependencias del Consorcio de Rehabilitación Turística- y reactivarlo,
proporcionando un uso que haga del emblemático inmueble lo que sea menos la
visible coronación de la ciudad, un edificio que otrora plasmara el esplendor
turístico de la misma y ahora sea reflejo de su proceso de decadencia.
En esa causa hemos volcado afanes en
el pasado. Desde que se consumó el traslado del casino de juego al complejo
turístico Costa Martiánez, advertimos, en el ejercicio de responsabilidades
públicas, que era necesario no dejar pasar mucho tiempo con el edificio vacío,
o más, sin saber qué hacer. Que la estampa de abandono se podía prolongar y que
los daños derivados harían más difícil cualquier solución con el paso del
tiempo. La primera, desde luego, era -y es- muy preocupante: el emplazamiento,
en pleno parque, en una zona privilegiada del término municipal, requiere
actividad para evitar la estampa de edificación fantasmagórica con un entorno
pletórico de atractivos pero que, por tal circunstancia, pierde atractivo.
Creíamos que había llegado el momento
de intentar la restitución del uso turístico. Volver a hotel, en definitiva.
Siempre fuimos partidarios de enriquecer la oferta alojativa portuense con un
par de establecimientos de máxima categoría. Y el Taoro era uno de ellos.
Creíamos que era posible hablar nuevamente del Gran Hotel Taoro, de ahí que
llegáramos a sugerir una operación similar a la que el Cabildo Insular había
emprendido con el Mencey, en la capital tinerfeña. La corporación insular, una
vez que los informes de sus técnicos despejaron el camino, afrontó el reto.
Pero no salió bien, tras dos intentos, tras la convocatoria de un concurso
público en el que la iniciativa privada, acaso reflejo de la crisis, no mostró
interés y no participó. Conclusión: pasan los meses y los años y el edificio
prolonga su cierre.
La noticia es que se intenta de
nuevo, ampliando los usos en las bases del concurso que se volverá a convocar.
Se trata de hacerlo más atractivo para los hipotéticos inversores. Y según
puede leerse en información periodística, no necesariamente tendrán aquéllos
que ceñirse o concentrarse en la explotación hotelera. Se precisa, en cualquier
caso, que tales usos deben estar vinculados al turismo y favorecer la oferta
desde este sector productivo.
No se dice ni se insinúa pero es
probable que tal orientación anticipe alguna idea o algún perfil de lo que se
pueda hacer en el Taoro, por ejemplo, que retorne el casino de juego o que sea
factible la habilitación de instalaciones que la ciudad, ahora mismo, no
dispone. Aun cuando, en ese sentido, habrá que delimitar muy bien los
contenidos del futuro parque marítimo para contrastar la idoneidad de la
localización de esas instalaciones. El hecho de que en el nuevo pliego de
condiciones del concurso del Cabildo se amplíe la edificabilidad de parcelas
próximas o se prevea la construcción de aparcamientos subterráneos que
complementen una dotación comercial da a entender que tales perfiles se alejan,
en efecto, de un uso residencial turístico convencional.
Otros aspectos, como la reversión del
cánon, descontable de la inversión que efectúe el concesionario, o el tiempo de
explotación, son también considerados como un reclamo para la iniciativa
privada, de la que muchos portuenses siguen esperando que se moje.
Dejemos hacer. A ver si en las
próximas semanas se aprueba y se publica el pliego y verifiquemos cuál es la
respuesta. Tercer intento: ojalá sea el válido y definitivo.
1 comentario:
El Taro es una joya que debemos mantener y cuidar.
Si no se pudiera reabrir un hotel quizás si se pudiera establecer una buena oferta de restauración, como tenía el restaurante del Casino Taoro e instalar, aunque sea provisionalmente algún museo, tal como el museo del turista o incluso trasladar exposiciones que se celebren en otros puntos de la isla.
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