Una campaña electoral que ya se divisa, si
bien los partidos políticos tienen aún que completar el proceso de elaboración
de candidaturas y confección de sus respectivas ofertas programáticas. Quien
más quien menos ya está impuesto de que se avecina un nuevo tiempo político,
con hechos y fenómenos que, a la espera de resultados y decisiones ulteriores,
hacen intuir escenarios diferentes y ya se verá si otras formas de hacer
política que superen concepciones convencionales y arquetipos o esquemas
tradicionales.
Los
modelos y soportes de campaña también han cambiado, especialmente con el
desarrollo de nuevas tecnologías y el creciente uso de las rede sociales. De
hecho, ya se ha hablado del cibermitin, como
fórmula sustitutiva del mitin de toda la vida, del acto político que se
convocaba con varias intenciones pero, básicamente, las de movilizar y
enardecer a los propios, tener próximo y dar a conocer al líder o candidatos,
criticar a los adversarios e informar, supuestamente, de contenidos de la
oferta electoral.
Con
el paso de los años y de las campañas, con la repetición y el cansancio, con
adelantos audiovisuales más o menos accesibles y, sobre todo, con el temor a no
llenar el recinto o a que algunos ‘colados’ actuaran premeditadamente con
intención de reventar, se hizo cada vez más perezoso organizar un acto de este
tipo. Se optó, en general, con arreglo a los factores que manejaba cada
partido, por convocatorias menos masificadas, por lugares u auditorios más
acogedores y hasta por estilos o tonos menos mitineros, menos soflamas y más
mensajes políticos, siquiera frases hechas, fácilmente memorizables, sobre
todo, pensando en quienes, por las razones que sea, no acudieron al acto. El
secreto está en saber administrar la información y proyectarla adecuadamente
desde los medios de comunicación. Es el post-mitin, no menos importante, tal
como ha evolucionado el género y tal como evolucionan las tendencias sociales
más recientes.
Esta
es la tónica de los últimos tiempos. Supuestamente, se repetirá en alguna
medida en la próxima convocatoria, con la introducción de variables de distinto
tipo que tienen que ver, más bien, con recursos de ambientación o animación
(saludos, invitados, presentaciones audiovisuales, grafismos, música…).
Volveremos a ver candidatos y candidatas solventes o experimentados, como
también aquéllos y aquéllas a los que resultará muy difícil superar la bisoñez.
Habrá aplausos convencidos y silencios elocuentes. Habrá quien salga persuadido
y quien se marche desencantado. La
disparidad de las intervenciones reflejará los discursos, unos sustanciosos,
otros plagados de ocurrencias, unos rayando la brillantez y otros insulsos y
cargados de lugares comunes.
El
caso es que, pese a los disgustos o los imponderables, habrá quien los eche de
menos. Y es que una campaña electoral sin mítines o actos públicos no parece
una campaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario