Cuando en 1983 interrumpimos el ejercicio cotidiano del
periodismo deportivo, dos compañeros (Ventura González, que siguió en COPE
Tenerife; y Juan Carlos Castañeda, que ya descollaba en Antena 3 Radio) nos
insistieron mucho en que les cediéramos nuestra agenda telefónica. Entendían
que había en ella unos valiosos contactos para ellos proseguir y desarrollar su
tarea, en la que tantos esfuerzos estaban volcando para hacer un producto
atractivo y de calidad. En realidad, seguían dando pasos para especializarse en
una materia en la que, desde entonces, acreditan notable solvencia. Al cabo del
tiempo, y sin perjuicio de los números que no facilitamos por haber encontrado
sitio en el depósito de la memoria que se activaba prácticamente a diario,
comprendimos mejor el valor de aquella agenda, sobre todo para los momentos de
apuro, para la dotación de contenidos de aquellos programas en los que no había
material.
Ha ocurrido
algo similar con la lectura de un trabajo del periodista y profesor
universitario sevillano José Luis Rojas Torrijos, titulado Periodismo deportivo. Hacia la innovación y el emprendimiento en la red
(2013), atinadamente seleccionado por Fran Barquilla, periodista, editor y
guionista de ‘social media’ para su blog El
Tipómetro. Después de señalar que
para hacer un periodismo especializado “es una exigencia profesional ser
exhaustivo en la recolección de datos y, aún más, en los procesos de
verificación, selección y jerarquización
previos a la publicación o emisión de noticias”, distingue Rojas tres
clases de fuentes periodístico-deportivas:
a) Las primarias personales:
deportistas, técnicos, directivos de clubes, federaciones y organismos, agentes
o representantes, árbitros o jueces, empleados (médicos, juristas, delegados,
subalternos), otros periodistas, ex practicantes y expertos o especialistas de
áreas determinadas.
b) Las primarias documentales: actas
arbitrales, estadísticas deportivas, informes médicos o técnicos, acuerdos de
órganos y resoluciones judiciales o de otro tipo.
c) Y las secundarias: agencias de
noticias, gabinetes de comunicación de organismos reguladores o patrocinadores,
de federaciones o de clubes e informaciones de otros medios de comunicación
(diarios y revistas de referencia en cada modalidad).
Las primeras, está claro, son las que
deben formar parte de la agenda de contactos de cada periodista o informador.
Es decir, el propio profesional tiene que ser la mejor fuente, la más fiable,
la más segura, a poco que haga un adecuado uso de sus procedencias y recursos,
de modo que pueda adelantarse en las informaciones, lograr exclusivas u obtener
testimonios relevantes y esclarecedores. Es así como el medio al que se debe
ofrecerá un producto informativo diferente, sólido, riguroso y creíble. Es así
como ganará respeto y credibilidad.
De modo que, en una época tan dada a
la deformación y la superficialidad, cuando se abusa del periodismo
declarativo, cuando se trata de rellenar y de opinar (especialmente en
programas de tertulia y similares, el periodista debe andar bien pertrechado
para ejercer su oficio con solvencia y seguridad. Tiene que esmerarse para que
él mismo sea la mejor fuente.
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