viernes, 22 de mayo de 2015

LONA PARA LA ESTACIÓN

Lo peor de la lona con la que se quiere minimizar el impacto visual y antiestético de la ya antigua estación de guaguas del Puerto de la Cruz es que parece una medida que va a prolongar la solución definitiva para la infraestructura. Y eso sí que no debería suceder: demasiado tiempo, en efecto, con una situación de abandono y de incapacidad para encontrar una alternativa a un cierre decretado por decisión judicial.


En más de una oportunidad nos hemos preguntado cómo es posible que haya afanes populares muy extendidos referidos a la construcción de un puerto (que incluso acoja a cruceros, han llegado a decir) y, en cambio, se diga muy poco o nada de una digna puerta de entrada y salida de la ciudad vía terrestre. La estación de guaguas se necesita imperiosamente: la conectividad de la ciudad mediante transporte público con zonas geográficas de la isla o con puntos neurálgicos (aeropuerto, universidad, hospitales, la capital…) ha de estar garantizada. Son los nativos y son miles de turistas los que utilizan la estación. El Puerto, por empaque y por su condición de destino turístico avanzado, merece una estación en las mejores condiciones.


Mientras tanto, tiene que conformarse con una solución provisional, habilitada en los locales de unos bloques de viviendas en la avenida Hermanos Fernández Perdigón. Hay que suponer las molestias que sufren los vecinos del lugar, entre ruidos de motores, claxons y escapes de combustibles. Y hay que consignar las incomodidades y hasta ciertos riesgos para los usuarios (es asombroso cómo los fumadores encienden cigarrillos o arrojan colillas en las aceras o sobre el pavimento donde aparcan las guaguas). Cuando llueve y cuando el calor aprieta.


El caso es que el anuncio de la instalación de una de esas superficies de lona -se supone que pintada- que se emplea para mejorar la visualización de edificaciones en ruinas o abandonadas y a las que se suele adherir un rótulo o una inserción con información breve de lo que allí se pretende reconstruir o reponer, el caso es, decíamos, que coincide con una discrepancia pública de miembros del gobierno local (CC+PP), a la que se suma el presidente del Cabildo Insular.


Y todo, según dicen, por culpa de un papel. Coalición Canaria descansa en el Gobierno, en la Administración General del Estado -titular según parece del suelo de la infraestructura- la responsabilidad de no conceder las autorizaciones preceptivas para el comienzo de las obras del proyecto de reconstrucción. “El maltrato del Estado llega hasta este punto”, llegó a decir Carlos Alonso. “La Administración central no se fía de un ayuntamiento de Canarias”, rubricó la alcaldesa Sandra Rodríguez.


Hay que esperar a la aprobación definitiva del Plan de Modernización, trabado con exceso a lo largo del presente mandato entre cuitas de distinta naturaleza. El Partido Popular, coligado en el gobierno municipal, lo tiene difícil para encontrar una vía de escape ante las evidencias, pero aún así, el candidato Lope Afonso insiste en que “hay que reconocer el uso de transporte para la parcela y la subsiguiente incorporación al Plan de Modernización, cuya aprobación no depende de la Administración central sino de la regional”.


Sean o no añagazas de campaña, amagos para hacerse valer, sea o no echar balones fuera y descansar responsabilidades en terceros, el caso es que ha pasado mucho tiempo y la impresión que ha cuajado es que el abandono es lo que prima. Desde 2009 está cerrada la estación. Y las soluciones, sin llegar.


Ahora, entre pesimismo, resignación y prolongaciones administrativas, aparece una lona para cubrir o disfrazar la estampa.

Es como si quisieran tapar o camuflar vergüenzas.

Y el Puerto, sufriendo.

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