martes, 19 de abril de 2016

LA SOBRADEZ DE LUIS ENRIQUE



Sobradez es un vocablo que se emplea mucho en Colombia, Perú y Ecuador. Viene a significar, según la Real Academia Española (RAE), petulancia o engreimiento.
Algo de ello se ha detectado en el entrenador del F.C. Barcelona, Luis Enrique, quien a respuestas ocurrentes en los días de vino y rosas, ha añadido algún desplante cuando ahora que vienen mal dadas. Como por ejemplo, la del domingo, tras la derrota ante el Valencia: un periodista, Víctor Malo, “osó” preguntar por el estado físico del plantel, si estaba repercutiendo en el rendimiento de las últimas confrontaciones.
-¿Cómo dices que te apellidas?-, respondió el técnico blaugrana. Y sin margen de réplica, espetó:
-Siguiente pregunta.
Somos conscientes de que todos los entrenadores tienen su carácter o su temperamento y que los de los equipos grandes son escrutados al máximo, especialmente en época de vacas flacas. Hasta el punto de que una mala racha de resultados puede agravarse e influir en un posible cese si va acompañada de contestaciones o actitudes que bordeen la malcriadez o el desplante.
Pero, por esa misma razón, los técnicos, además de saber que lo de las críticas va en los suculentos ingresos, deben ser conscientes de su condición de imagen del equipo o del club y, por consiguiente, conducirse de la manera más ortodoxa posible, especialmente cuando le toca su turno de comparecer ante los medios. Sus gestos, sus palabras, sus risas y sus respuestas son miradas con lupa. No digamos sus decisiones. Y si hay alguien con mala uva, la interpretación de ese comportamiento visible puede ayudar muy poco.
Hasta ahora, Luis Enrique acreditaba un punto de sobradez, amortiguado por los resultados y los récords de la formidable escuadra que dirige. Puede que hasta le rieran las gracietas y los zascas. Pero el domingo, utilizando entre interrogantes un juego de palabras con el apellido de un periodista y cortando, sin contestar la pregunta, ya desbordó ese punto.
Alguien le habrá advertido de que así es difícil ganarse las simpatías. Se puede estar de mal humor por un resultado adverso pero nunca perder la compostura. Y menos en el F.C. Barcelona.

1 comentario:

Jesús Hernández dijo...

Hoy nos hemos puesto de acuerdo.