Que
el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos va a tener repercusión
hasta en las redes sociales, lo acredita la iniciativa tomada por el
fundador y propietario de 'facebook', Mark Zuckerberg, quien dice
tomarse muy en serio la desinformación, concepto con el que elude
hablar de noticias falsas e ir anticipando la necesidad de corregir
la difusión de bulos.
Mal
deben andar las cosas en ese inmenso e incontrolado espacio como para
que Zuckerberg, asesores y allegados hayan dado ese paso. El papel de
las redes empieza a ser severamente cuestionado, especialmente desde
que se constata que no hay información veraz sino desvirtuada por
intereses espurios, afanes perversos y ganas de contravenir,
utilizando para ella métodos o recursos poco éticos o de dudosa
legalidad. No será fácil luchar contra ellos pero ya se habla de
sistemas de prevención que funcionen a base de algoritmos y de
equipos humanos específicos, compuestos por expertos externos, como
antídotos. Disponer de botones que alerten es otra de las opciones
instrumentales técnicas con las que afrontar estos problemas que
claramente merman el papel de las redes y su propia credibilidad. Por
no hablar de la responsabilidad, que también es exigible -ya está
bien de refugiarse en la libertad de expresión- y alimentará una
parte sustanciosa de este debate que ahora se abre con el plan de
Mark Zuckerberg para corregir el rumbo y hacer de las redes un
espacio más cabal y más habitable. Eso de ir perdiendo usuarios
que, además, hacen propaganda negativa, no favorece, ni mucho menos.
¿Qué
pretende el fundador propietario de 'facebook'? Responde que acabar
con el negocio de las noticias falsas. Cree que una buena parte de la
desinformación está promovida por los que se benefician del spam
o correo basura. Es una de las siete medidas estudiadas para su
inmediata aplicación. También aspira a una detección más sólida
para descubrir la desinformación, de modo que los usuarios se
percaten de la falsedad antes de que lo hagan la propia red. Ello se
conecta a otro apartado, consistente en escuchar a periodistas y
expertos en comunicación con el fin de conocer a fondo sus sistemas
de verificación y aprovecharse de los mismos.
Quizá todo se vea más claro cuando estén disponibles
avisos más sencillos para frenar las noticias falsas. Será
indispensable, en este propósito, contar con la aportación de
compañías o corporaciones especializadas en la verificación de los
hechos, algunas de las cuales parece ser que funcionan con muy buen
rendimiento. Los usuarios deben advertir cuanto antes, si disponen de
herramientas, las posibles falsedades. Para apreciar la inveracidad,
los usuarios serán advertidos, sobre todo con aquellas historias de
terceros que ya han sido marcadas como falaces. Esto obliga a
acentuar la calidad de las informaciones relacionadas y que aparezcan
entrelazadas debajo de una historia llamemos principal.
Hace bien Zuckerberg en no cruzarse de brazos. No solo
hay que disuadir a quienes hacen un mal uso de la red, a quienes
engañan, sino persuadir a los usuarios de un desenvolvimiento más
seguro ante el teclado. Y es que el negocio, con tantas falsedades
impunes, está en peligro.
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