martes, 24 de marzo de 2020

CUANDO EL SUFRIMIENTO LES PARECE ESCASO...


A algunos les parecerá aún escaso el sufrimiento del mundo entero con la pandemia. Por eso, han propagado, con iniquidad desbordada, otro virus, este de naturaleza informática que, según explicaciones policiales especializadas, se transmite como información adjunta en correos electrónicos dirigidos a sanitarios. Se trata de inocular y alterar el funcionamiento del sistema informático de los centros médicos y hospitalarios. ¿Cómo lo hacen? Sencillamente, corrompiendo la información. Luego solicitan un rescate para recuperarla. Y ahí te quiero ver. Los expertos han recomendado lo que suele hacerse: ante cualquier envío sospechoso, lo mejor es no abrirlo.

Bueno, pues otro aspecto de la guerra. Los aliados del enemigo saben a lo que juegan. Cuánta maldad.


Día 9 de la alarma

Da igual que estemos en primavera. El invierno llegó tarde, Con sus f´rios, sus nieves y sus lluvias. Empieza otra semana de zozobra, otro día haciendo esfuerzos para superar el pesimismo. O el escepticismo. O el derrotismo. El caso es que, circunstancias meteorológicas al margen, nos vamos imbuyendo de esa idea que esto es una guerra y, por tanto, hay que comportarse como sujetos que están en ella. Con sus riesgos y todo lo demás. Las cifras de bajas, por cierto, siguen siendo desoladoras. Da igual que estemos en primavera.

Un adiós a Benito Joanet, el arquero que aparecía en cromos que coleccionábamos y el entrenador que llevó al Tenerife a Primera División al cabo de unas cuantas décadas después de una épica eliminatoria con el Real Betis Balompié, reforzado, recordamos, por un comentario de lo más desafortunado del periodista Antonio Burgos aparecido el mismo día del encuentro de vuelta en el que los tinerfeños arrancaban con cuatro goles de ventaja.

Se lo llevó también la pandemia cuyo tratamiento y cuya gestión, desde el punto de vista de atención sanitaria, se antoja cada vez más complicada. En todo el mundo. ¿Le dirá alguien a Boris Jhonson aquello de 'a buenas horas'? ¿O ese refrán no tiene traducción en el idioma universal?

Al mediodía, el tañido de las campanas de la Peña y de San Francisco se funde con los aguaceros que inundan las calles, como queriendo enterrar el bullicio que las caracterizaba desde muy temprano hasta hace poco. Ahora, es el paso de unidades militares o policiales, incluso por Quintana, y el de clientes de farmacias o supermercados, lo que rompe una imagen que ya se ha hecho rutinaria. ¿Dónde estás bullicio?, se estará preguntando más de uno.

Igual se encuentra en los infinitos mensajes de guasap que circulan a todo trapo. Hasta han recuperado la canción Primavera que, según cuentan, se convirtió en una especie de himno que los presos republicanos entonaban, para darse ánimos, en su cruel encierro en las prisiones de Fyffes. Es una versión del grupo folklórico realejero Tigaray que ha llevado por toda la geografía insular. Ahora sirve para animar este encierro de nuestros días.
Mucho más después de leer el artículo de Juan Luis Cebrián en El País, titulado “Un cataclismo previsto”, en el que saca el as de bastos al sugerir que los ciudadanos demanden al Gobierno cuando la pesadilla haya terminado. Ya se olfatean las odas a Cebrián en el frente que lo ha venido reprobando y condenando desde hace años. Vueltas que da el coronavirus. Cuando se haya ido, seguro que nos envolverán las sombras, con permiso de Chavela Vargas.

El paisano y maestro Juan Cruz Ruiz reivindica, en una sustanciosa tertulia en la televisión pública, la filosofía en la política, a propósito del perfil y del pensamiento del ministro de Sanidad, Salvador Illa. Qué bueno sería, convienen los invitados, que los gobiernos tuvieran más filósofos en su seno. Illa no pierde un minuto en polemizar con otros dirigentes o representantes institucionales: él, a lo suyo, a explicar las razones y el alcance de las medidas. Para eso es filósofo.

Suspenden el campeonato nacional de la Liga de fútbol. Polémica al canto: quién será el campeón. ¿O queda el palmarés desierto? El aplauso de las siete ya es entrañable. Suena luego, desde un lugar invisible, una armónica. “La vie en rose”, otra canción de primavera. Pero no hay espacio para la distensión ni las alegrías. Es una pandemia, ¿lo saben, verdad?

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