viernes, 22 de febrero de 2013

CARNAVAL MENGUANTE


El Carnaval de 2013 ya es historia, liviana y desmadejada, como la mayor parte de los festejos populares. En el caso de los portuenses, sin mayor novedad desde la introducción del ‘Mascarita, ponte tacón’ -por cierto, no estaría nada mal que se revisara a fondo los preparativos y el desarrollo del acto antes de que se pierdan sus atractivos y su divertimento-, casi todo se reduce a verificar ciertos estándares de originalidad y calidad y si hay algunas circunstancias que alteren la rutina de cada año.
            En esta edición, dos hechos llaman la atención: por un lado, la ausencia de la delegación de Düsseldorf; y por otro, que el coso del sábado no fuera televisado por primera vez en décadas, siquiera por alguna despistada emisora local. No por tales carencias dejó de haber carnaval, se dirá. Pero tanto una como otra significan un déficit en los valores del Carnaval portuense, incluso por los no estrictamente festivos.
            Y es que con la ciudad alemana, en Renania-Westfalia, no sólo existe un hermanamiento que estaba orientado, precisamente, a perpetuar los lazos que hace algo más de cuarenta años establecieron emprendedores y profesionales del turismo que “visualizaron” un excelente conducto de promoción turística. Los lazos fueron reafirmándose cada año con un intercambio que se convirtió en un clásico para las poderosas organizaciones carnavaleras de Alemania y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz que, con la colaboración del Cabildo Insular y alguna empresa local, entendió que se trataba de una excelente inversión. El modelo, por cierto, fue literalmente copiado por otras localidades peninsulares pero ninguno tuvo la solvencia y el aprecio que los alemanes dispensaron a la presencia de la reina del Carnaval portuense y su corte de honor, así como a los grupos folklóricos que acompañaban y participaban en gigantescos cosos y amenas cabalgatas donde fueron siempre objetivo de admiración.
            Se supone que la crisis habrá sido determinante de las restricciones o supresiones. El gobierno local debería dar una explicación convincente, a fin de cuentas hablamos de un hermanamiento y de un intercambio que lo sustancia durante más de cuatro décadas. Cierto que otras ciudades de la Renania-Westfalia, como Neuss y Vechta, dieron un cierto aire de continuidad -hay que agradecer el interés y el esfuerzo, sin duda- pero resulta que ha faltado el nexo principal. Y a la espera de que pueda ser restituido en el futuro, a corto o medio plazo, se ha echado en falta. Menos opciones de proyección, ahora que la ciudad tanto la necesita y menos brillo en desfiles y actos que aportaba la siempre llamativa representación germana, concertada también con otra ciudad importante, Duisburg, de modo que los príncipes vendrán los años pares y los de Neuss, los impares.
            La pretendida apoteosis del Carnaval portuense, el coso del sábado tarde, trasladado a esta fecha desde hace años como consecuencia de algunas exigencias del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, careció de cobertura televisiva. No es que no interesara a las dos cadenas públicas sino que los canales locales pasaron olímpicamente. En miles de hogares, del Puerto y de toda la isla, esperaron sin fruto una señal que llegara desde Martiánez. En otros tiempos, se multiplicaban las dificultades para emplazar a los equipos y cámaras. Otra circunstancia del coso: muchas sillas y buena parte del graderío, vacíos.
            Y así ha ido menguando el Carnaval del Puerto de la Cruz, al que no ha faltado polémica, una más de esas domésticas que reflejan el estado de permanente descontento. A través de redes sociales fue convocada una concentración después del coso con el propósito de reivindicar la ubicación de los chiringuitos, en esta edición más cercanos al recinto del refugio pesquero donde, presumiblemente, causarían menos molestias. Pero parece que ni el ambiente ni la respuesta fueron los adecuados. Independientemente de los arreglos sobre la marcha y de que prospere la petición popular en años sucesivos, es otra prueba de esa fiesta necesitada de una reactivación en casi todos los sentidos.

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