lunes, 13 de julio de 2015

BAJOS PRECIOS Y SUS CONSECUENCIAS

¿Y qué se puede hacer?, se preguntaba un empresario hotelero tras la lectura de nuestra entrada del pasado viernes 10, titulada Precios hoteleros ¡Horror!  y basada en las informaciones de agencia que, remitiéndose a fuentes del sector, sitúan al Puerto de la Cruz como el destino turístico con los precios hoteleros más baratos de España durante el presente mes de julio. La media: 68 euros por noche, frente a los 118 de promedio por pernoctación en el país.
La respuesta debe encontrarla el propio sector. Y a ser posible, con sus propios recursos; sin que eso signifique renunciar a cooperar con el sector público, apremiándolo y exigiendo cuando sea menester. Los propietarios y directores de algunos establecimientos ya lo intentaron en el pasado, con el fin claro de fidelizar clientela y multiplicar un mensaje distinto de confortabilidad. Pero poco tenían que ver esas acciones con los niveles de competitividad exigibles en una elemental estrategia de comercialización. Son estos niveles los que ahora hay que mejorar, por todo: pero, principalmente, para frenar el malbaratamiento del producto.
La situación requiere, además, una respuesta colectiva, de conjunto. Los intentos aludidos fueron casi a título individual. Ahora, todos deben mojarse. Deben estrujarse los sesos o pagar a consultores especializados para plasmar y llevar a cabo iniciativas que hagan la oferta más atractiva en todos los órdenes. Cruzarse de brazos, nuevamente, equivale a vegetar, a seguir viendo muy lejos el tren de la competitividad. Que pregunten los empresarios y profesionales si en aquel Consorcio de Rehabilitación Turística, en el que Fernando Senante hizo lo que pudo antes de que la paralización y la falta de apoyo municipal lo paralizara casi todo, queda algún resquicio no para ejecutar alguna acción promocional sino para culminar alguna planificación y mejorar las condiciones generales de la oferta hotelera portuense.
En otros sitios, con problemas que tienen similitudes, la iniciativa privada empieza a moverse. Algunos hoteleros de Sevilla, por ejemplo, han ideado productos “para hacer más atractiva la ciudad en verano”. Han logrado la incorporación de firmas comerciales y atracciones. Y hasta han dado con la separación de ofertas para niños y adultos. Por otro lado, la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM) ha propuesto al nuevo alcalde de Palma –apenas un mes en el cargo- un plan de trabajo para impulsar la competitividad y la cualificación de la ciudad como destino turístico. La FEHM ha llegado a hablar al regidor mallorquín José Hila de fórmulas para contribuir al dinamismo urbano, de un mayor cumplimiento de ordenanzas y de incrementar la oferta especializada en restauración.
        Bueno, son elementos para empezar a hablar. Y para empezar a moverse. Es hora de que asociaciones y entidades  del sector digan algo, diseñen y compartan una mínima estrategia. Tanto silencio, tanta inhibición y tanto pasotismo, o tanta inversión de tiempo en pugnas que luego se desvanecen en las entretelas de la política, no sirven para nada.

        Quizá hoy, en el Club 13, donde se sientan expertos profesionales y buenos conocedores del medio turístico, aunque unos cuantos ya estén jubilados, deberían hablar de todo eso. De bajos precios y de sus consecuencias.

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