Con el
respeto por delante para cualquier determinación que adopten las
organizaciones políticas para su funcionamiento interno, el hecho de
que haya cuatro candidatos a la presidencia del Partido Popular (PP)
en Canarias es saludable para el partido, acostumbrado durante mucho
tiempo a decisiones digitalizadas que se aceptaban sin más. Y punto.
Alguien
podrá decir bienvenidos al club del pluralismo y de la democracia
estatutaria o ya era hora. Pero nunca es tarde si la dicha de la
participación y de la variedad de opciones se abre a la militancia
que, mediante los mecanismos garantistas adecuados, podrá escoger
libremente.
Les ha
costado a los conservadores que dan un salto significativo en el modo
de hacer las cosas e impulsar sus liderazgos. Ya se verá si lo saben
administrar y qué respuesta de participación ofrecen, sobre todo si
se cumple al pie de la letra la pretendida idea de una persona, un
voto.
Les ha
costado pero ya se han lanzado con Asier Antona, Enrique Hernández,
Juan José Cardona y Cristina Tavío -no es previsible que aparezcan
más candidaturas- en el cartel desde el que intentan convencer con
sus argumentos y ganarse la confianza de los adeptos. Discursos no
muy distintos, por cierto, pero condicionados, en alguna medida, por
el factor territorial. En Canarias, es difícilmente eludible.
Va a ser
toda una experiencia, desde luego. Unas primarias, si se quiere, al
modo popular. Acaso la clave estribe en el día después, es decir,
en ver cómo reacciona la militancia y, sobre todo, si la fórmula
termina aplicándose en otros niveles de la organización. No
faltarán quienes adviertan riesgos de división y hasta las
influencias del aparato. Pero ya se sabe que a las urnas no se las
debe temer y que son preferibles las pruebas democráticas a las
imposiciones y los personalismos.
Son una
expresión de madurez.
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