jueves, 19 de abril de 2018

UNA PLAZA QUE MEJORAR

A estas alturas ya debe estar claro que las obras de la nueva estación de guaguas se van ejecutar en una parcela distinta a la que ocupaba la antigua edificación, unos metros más allá, dando a la avenida Hermanos Fernández Perdigón y calle El Pozo, cerrada por riesgos de ruina apreciados hace años en alguna resolución judicial.
Será sustituida por otra actuación infraestructural, un dotacional en cuyo proyecto se consigna plantas subterráneas de aparcamiento que vendrán muy bien para aliviar las carencias, en otro tiempo aireadas a conveniencia política. El problema, aunque ahora no haya orquesta, subsiste.
Que sepamos, con fuentes del Consorcio Urbanístico para la Rehabilitación del Puerto de la Cruz, existe un anteproyecto de estudio y viabilidad de la manzana en la parte destinada estación de guaguas y espacios libres públicos, con uso comercial, de restauración y hostelería. En principio, el aparcamiento prevé una capacidad de setecientas plazas, más lo que debe cubrir la promoción comercial que tendrá su propio aparcamiento. Se añaden dos parcelas de dotaciones públicas, una para servicios municipales y otra que se reserva también el Ayuntamiento para concertar con el Estado la nueva comisaría comarcal (Puerto Cruz-Realejos) del Cuerpo Nacional de Policía, sin que ello sea vinculante.
El anteproyecto ya fue sometido a información pública y determina la división de dos actuaciones: por un lado, la nueva estación propiamente dicha, concertada con otras administraciones públicas y la empresa de transportes TITSA; y por otro, las demás previsiones de aparcamientos, espacios libres y usos terciarios a desarrollar por concesión administrativa de proyecto, ejecución de obra, explotación de aparcamientos y usos complementarios según los planes específicos aprobados en su momento.
Por supuesto, la actuación comporta la demolición del edificio. Una de las plazas públicas resultantes, en el cambio de fisonomía, da a la calle El Pozo. Independientemente de los perfiles del proyecto definitivo, convendría insistir en la necesidad de conservar en la zona un espacio abierto para disfrute de la ciudadanía y hasta para llevar a cabo actividades de distinta naturaleza.
La plaza de la antigua estación, por acuerdo plenario, lleva el nombre de Francisco Afonso Carrillo, quien fuera alcalde y gobernador civil, fallecido en trágicas circunstancias. Viéndola todos los días, transitando en sus alrededores, se hace paradójico hablar de ella en pasado. Pero hay que hacerlo, aprovechando para introducir alguna reivindicación. Porque su actual estado deja mucho que desear: es el ejemplo vivo de la desidia, tan visible, en pleno centro de la ciudad. Es una plaza espaciosa, generosa, que ha acogido fiestas, mitines políticos, concentraciones populares y hasta mercadillos. Hubo un tiempo que dispuso de una terraza al aire libre, cerrada después de pertinaces protestas de vecinos y empresarios de los hoteles próximos. Estaba próxima a una fuente de juegos de agua que también dejó de funcionar y limitó los encantos del recinto.
Los bancos de hormigón, donde descansan transeúntes y juegan niños de distintas edades, presentan muchos desperfectos, hay un despintado bastante extendido que contrasta con los grafiti que llevan allí años y varias losetas levantadas. Las zonas ajardinadas, que no son pocas, van feneciendo poco a poco: es posible que solo vean agua cuando llueve. En los alrededores de la edificación, en zonas habilitadas, siguen aparcando vehículos. Y la envuelve la lona, claro, que sigue ahí, para incomprensión de muchos visitantes, según comentaba un habitual seguidor del blog.
Alguien dirá para qué hacer unas mejoras si la van a derribar pero el aspecto se va deteriorando progresivamente y la estampa empeora, de modo que difícilmente puede resistir mucho tiempo más. En serio, por muchas razones, desde el nombre a la visibilidad, la plaza bien merece eso que se resume en un lavado de cara.
Y porque, además, no se sabe cuánto se tardará en afrontar el proyecto. Eso es lo más incierto.

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