miércoles, 3 de octubre de 2018

PERIODISTAS AGREDIDOS EN CATALUNYA

La situación política en Catalunya raya la anarquía. Se quedan cortos los términos para definirla: desmadre, fractura social, no se sabe quién manda, crispación, violencia manifiesta, incertidumbre, sin concierto ni rumbo... Y no es cuestión de rebuscar o agravar. ¿Qué fue de la otrora admirada Catalunya, aquella de las vanguardias culturales, del seny, del pensamiento europeísta, de su impronta internacional, de su avanzada forma de ser...? Los sucesos de los últimos años llegan a inspirar sentimientos de lástima, hacen que nos compadezcamos: la sociedad catalana está irreconocible. Unos quieren el totalitarismo: o conmigo o contra mi. Otros sufren las inconsecuencias y los radicalismos, mientras va creciendo la violencia y las posturas, lejos de acercarse, están cada vez más distantes. Mientras tanto, por citar solo un ejemplo, la asistencia pública sanitaria catalana está considerada una de las peores de España, junto a la valenciana y a la canaria.

Catalunya va pues a la deriva. Y ya puede pasar cualquier cosa pues lo de menos es que no haya soluciones mágicas sino que no existe voluntad -al menos por parte del Govern y de los sectores independentistas- de esbozar soluciones. Ya hasta suena a chiste lo del referéndum pactado: ¿pero qué quieren pactar?

Y en el desorden, en el estira y afloja, en el contexto hiperactivista y de la pasividad cautelosa, el radicalismo verbal y dialéctico se convierte en la antesala de la agresividad violenta. Están separados por una delgada línea que ya no conoce del respeto ni a las instituciones ni a los símbolos ni a los legítimos representantes de la sociedad. ¡Qué tristeza Catalunya! ¿Cuál es tu sino? ¿Silbar el himno y abuchear al Rey en una confrontación deportiva?

De momento, hasta el periodismo alcanza. Es a donde queríamos llegar: al comportamiento inadmisible de los intolerantes que, en la supuesta celebración del 1-O -un año en el que no se ha avanzado nada, por cierto-, arremetieron sin miramientos contra reporteros y trabajadores de Radiotelevisión Española, Antena 3 TV y TeleMadrid, impidiéndoles llevar a cabo su trabajo libremente. La Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) condenó este boicot intimidatorio al considerarlo, como es natural, un ataque al derecho constitucional a la libertad de expresión, soporte esencial en la convivencia de nuestros días y en los sistemas democráticos. La Federación, en un comunicado, se ha visto obligada a reclamar el respeto a los profesionales de los medios tanto por parte de los poderes públicos como de los ciudadanos en general.

El ejercicio del periodismo en Catalunya -dice- tiene que dejar de ser una misión arriesgada. Corresponde a los promotores de las manifestaciones y a los poderes públicos garantizar que los periodistas ejerzan su profesión en libertad y sin que su seguridad se vea amenazada”.

Algunos, puede que muchos, se sentirán muy cómodos en medio de la tensión, los tumultos, la pendencia, la riña, la algarada y la jerigonza -que todo eso se está viviendo en la tierra catalana-, pero cabe asegurar que el periodismo, no. El periodismo prefiere comportamientos cabales, racionales y constructivos. Y ahora mismo no se dan.

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