sábado, 12 de enero de 2019

"AGUA Y PIGMENTOS", DE PEDRO RODRÍGUEZ

Pedro Rodriguez tenía muy claro a los seis o siete años que quería ser pintor o payaso. Optó por lo primero, claro, es una determinación vocacional que fue cristalizando a medida que avanzaba su proceso existencial, con pasión cada vez que dibujaba y entregaba sus trabajos, muchos de los cuales iba acumulando y hoy forman parte de ese tesoro que algún día ordenará, quién sabe si para no exhibirlo nunca.
Nacido en Venezuela en 1963 pero icodense fijo desde que tenía un año, Rodríguez inauguró el año artístico en La Ranilla Espacio Cultural del Puerto de la Cruz, cuyos promotores no cejan con tal de mejorar la oferta y acoger la producción y la creatividad de autores que exponen su talento con modestia y garra a la vez, como se desprende de la breve charla que, a modo de presentación, mantuvo el pintor con la periodista Marga Marrero, recientemente incorporada a tareas de gestión comunicativa del citado espacio.
Pedro Rodríguez, graduado en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna en 1987, expone (hasta el próximo 31 de enero) una serie de veintiséis acuarelas titulada “Agua y pigmentos”, donde es fácil adivinar motivos y paisajes norteños, entremezclando ámbitos rurales, atardeceres junto al mar, rincones urbanos y aspectos de la geografía pletóricos de belleza que descubrimos cuando los vemos plasmados en lienzo o en cualquiera de las variedades de papel sobre las que trabaja.
Porque el autor, en efecto, ha ido experimentando constantemente. Además de la acuarela, el acrílico y el dibujo a grafito son técnicas en las que ha puesto a prueba su capacidad de descubrimiento. Con la primera, ha terminado dominando el cromatismo adecuado en techumbres, balcones y fachadas, en vegetación frondosa y en todos los elementos del paisaje que trata con esmero. Abierto a esas incursiones artísticas, el reflejo de su producción puede apreciarse también en múltiples diseños, alardes publicitarios y decorados para ambientar cualquier finalidad.
En “Agua y pigmentos”, Rodríguez exhibe sus preferencias acuarelísticas con tendencias coloristas sugerentes. Identifica lo norteño. Se agradece.

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