martes, 21 de abril de 2020

PLAN ESPECÍFICO PARA LA INDUSTRIA TURÍSTICA


Garantizar la seguridad sanitaria en los viajes y alojamientos es indispensable en la nueva etapa que ha de afrontar el negocio turístico tras la pandemia. Es positivo ir hablando de ello en tanto se van sucediendo informes y análisis sobre las consecuencias, que convergen, naturalmente, en que será un año muy negativo, con pérdidas milmillonarias y la práctica destrucción de la mano de obra. El problema se agrava porque en los países de mercados emisores la situación no es mejor y reactivarlos será costoso. Habrá que hacer esfuerzos ingentes para superar prejuicios y transmitir credibilidad.
En ese sentido, previendo un largo y lento proceso de recuperación, cuanto antes se ponga en marcha un plan de choque específico para la industria turística, mejor. Este plan, sustentado en inversión pública y privada, con participación de administraciones públicas y agentes sociales, debe atender en sus objetivos preferentes la supervivencia y una oferta cualificada basada en servicios más sostenibles. Miren por donde, la innovación de la que tanto se ha hablado desde hace años va a tener ahora cancha obligatoria.
Una vez asegurada la conectividad, habría que ir pensando en la modernización de los sistemas de transporte y restauración. Ya hablamos días pasados de la respuesta que han de dar las aerolíneas si se las aplica medidas de seguridad en las cabinas de los aviones que obligarán a reducir su capacidad y harán que los precios de los billetes, previsiblemente, se encarezcan. En los hoteles, la instalación de sistemas de protección ultravioleta para impedir o frenar los virus, será obligatoria. Los titulares de restaurantes tendrán que moverse lo que nunca ante la más que probable adopción de dispositivos con los que verificar la protección higiénico-sanitaria de los usuarios, independientemente de respetar la separación física de mesas y sillas. Así que la reducción de espacio será inevitable. En Canarias, los guachinches también se verían afectados.
El caso es que ese plan de choque ha de ir caracterizando un proceso de cambio en el sector que seguirá teniendo como norte la competitividad, solo que esta vez con otras exigencias. Desde ese punto de vista, quizá la crisis sea una gran oportunidad. Incluso para pensar en una regularización de la oferta: es probable que sobren camas. Entonces, surgirá la pugna por sobrevivir y ahí los mejor posicionados, antes que los más atractivos o los más baratos, serán los que capten clientela. Atentos, en este sentido, a una obligatoria revisión de los esquemas promocionales.
En definitiva, habrá que aplicarse en la confección y consolidación de nuevos modelos. Se viene hablando de concentración de empresas y marcas y aunque a primera vista produzca rechazos en más de un destino, habría que comprobar, de consumarse, cómo se traduce, cuáles serían los beneficios prácticos y cómo incidiría en la reactivación del empleo, un aspecto que no podemos perder de vista pues para algo se han tramitado ciento cincuenta mil Expedientes de Regulación Temporal Hay quien está convencido de algunas producciones se descentralizarán y ello potenciaría el concepto “glocal”, de modo que generaría más recursos. Veremos.
El caso es que quien siga pensando en esperar al cliente en la puerta de entrada, parece condenado al fracaso.
Día 37 de la alarma
Desde algún inmueble cercano trasciende una voz potente, a toda garganta, que entona el “¡Cumpleaños feliz!”. Alguien celebra su aniversario, siguen aplausos. Son las primeras señales vitalistas de la jornada. Siquiera intramuros.
A mediodía, llama Pepín Castilla, el sin par Pepín, quien dice una frase de las suyas, no tan relevante como aquella que dio la vuelta en los círculos deportivos de la ciudad hace años: “¡Háganlo municipal!”, a propósito de una crisis en el Club Deportivo Puerto Cruz; pero sí muy llamativa:
-Yo leo el periódico todos los días. Pero solo las letras grandes.
Y así se va enterando de todo. Porque hasta distingue hy selecciona los telediarios, según confiesa: al mediodía se queda con el de Antena3 y por la noche, mientras cena, con el de RTVE. Un episodio que le ocurrió días pasados: acude al hospital a una consulta y cuando regresa al Puerto, al llegar al Botánico, le llaman para decir que se había dejado allí sus gafas. Nada: tuvo que volver en su busca. Ahí sigue traquinando. Y comiendo sano.
En pleno debate sobre cómo habrían de salir los niños, si es que finalmente se aprueba la medida, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, propone una vuelta a la normalidad escalonada, manteniendo restricciones y controles tantos en puertos como aeropuertos. Sigue acreditando temple el presidente que ha priorizado la atención en la incidencia de la pandemia sin desdeñar otros asuntos políticos que merecen el interés del ejecutivo. Por ejemplo, el de la reanudación de la actividad productiva. Admite, en ese sentido, que los hoteles de las islas no pueden esperar a finales de 2020 para abrir nuevamente sus puertas.
Tenerife, con 505, es la isla con más profesionales sanitarios contagiados, un 1,68 % del total de los treinta mil trabajadores con que cuenta el Servicio Canario de Salud. En otra estadística se habla de casos positivos por municipios: Tacoronte, con ochenta, la encabeza. En la isla, según datos oficiales, son ochenta y uno los fallecidos.
Los miembros del equipo técnico que comparece en La Moncloa premia con un espontáneo aplauso la impresión que transmite el general de la Guardia Civil que cometió un lapsus el día anterior sobre los cometidos del cuerpo durante la pandemia. “No hay ideologías, lo primero son las personas”, afirma. Pero el asunto no se quedará ahí: los grupos de oposición pedirán más explicaciones en sede parlamentaria.
El último Pacharán alavés de una botella que andaba en el estante desde la noche de los tiempos, antes de la siesta, interrumpida por los polítonos del “guasapismo” incesante. A su término, cuando el sol de la tarde acaricia los pisos y las paredes húmedas, reflejándose con luminosidad, vuelve a sonar el “¡Cumpleaños feliz!”. Debe proseguir la celebración, intuimos.
Teodoro Ríos no ceja en su empeño de llevar al cine la historia de los guanches. Ya hay un guionista de postín predispuesto. Lo anunciará como debe hacerlo más adelante. Teo, miembro de una saga de artistas que brillaron en distintas modalidades, es perseverante y vuelca en este proyecto todo lo que ha ido acumulando tras consultar en infinidad de fuentes e imaginar unos capítulos de nuestra historia para darles forma y secuencia. Gran proyecto, por el que vuelca lágrimas, como contamos aquí hace meses, tras verle exponer en directo.



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