El Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), organización matríz de IJNet, asociado con el Centro Tow para el Periodismo Digital de la Universidad de Columbia, ha avanzado los resultados de una encuesta titulada Periodismo y pandemia, basados en las respuestas de mil cuatrocientos seis periodistas, en siete idiomas, de ciento veinticinco países. El trabajo indaga en la salud mental y física de los profesionales, los efectos económicos de la crisis en las redacciones de los medios, los cambios en las formas de trabajar de los periodistas y los retos que ha de afrontar en el futuro inmediato la libertad de prensa.
Que la COVID-19 ha causado estragos en el ámbito del periodismo y la comunicación está más que probado. Destrucción de puestos de trabajo, reducciones de departamentos en la empresa, reajustes de todo tipo y paulatina implementación del teletrabajo han sido los efectos más contrastados. Estos factores han constituido elementos de presión para una industria que ya se veía frágil y debilitada, pese a que, paradójicamente, aumentaba el número de consumidores de la información sobre todo en medios digitales.
Los investigadores Pete Brown, Julie Posetti y Emily Bell, que dirigieron el trabajo, señalan, en su informe de conclusiones, que “la investigación demuestra que los periodistas están trabajando en un entorno financiero, físico y psicológico severamente presionado durante la pandemia”. Afirmaron para rematar que “este será el período profesional más difícil que muchos periodistas experimentarán durante sus carreras”.
Desglosemos a continuación algunos aspectos significativos de Periodismo y pandemia.
Los profesionales tienen dificultades para hacer frente al coste psicológico de informar durante la emergencia sanitaria. El informe deja al descubierto el alcance generalizado del problema: el 70 % de los encuestados calificaron el costo psicológico como su mayor desafío durante la pandemia, la respuesta más común. Más del 80 % de los encuestados notaron al menos un efecto psicológico negativo, incluyendo ansiedad, agotamiento, dificultad para dormir y sensación de impotencia.
También revela la encuesta que muchos empleadores fracasan en su nivel de apoyo. Más del 70 % de los encuestados dijeron que sus empleadores no les ofrecieron horarios flexibles, tiempo libre, apoyo, o que no les consultaron por su bienestar.
Los datos no indican un apoyo mucho mejor respecto de la salud física de los periodistas, a pesar de la crisis sanitaria mundial. Uno de cada cuatro encuestados sale al terreno a informar al menos una vez por semana y, sin embargo, muchos encuestados notaron que su empleador no les dio un equipo de protección adecuado. Quizás lo más impactante es que al 45 % ni siquiera se les facilitó una mascarilla cuando realizaban coberturas en persona.
La investigación del ICFI pone el acento en el apartado que titula “Desinformación general”. Recuerda que ya en febrero la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el mundo no solo estaba combatiendo un virus mortal, sino una crisis de información. Esta “desinfodemia” no es ningún secreto para los periodistas encargados de dar información objetiva a su audiencia. Más del 80 % de los encuestados dijeron que entraron en contacto con información falsa todas las semanas.
Una vez más, aparecen en liza las redes sociales. Los encuestados notaron que la desinformación circulaba sobre en Facebook (66 %), Twitter (42 %) y WhatsApp (35 %). Una gran mayoría (82 %) informó de que estaban insatisfechos o muy insatisfechos con la respuesta de las plataformas a la desinformación.
Si bien los ciudadanos comunes siguen siendo los principales proveedores de desinformación, los líderes políticos y los funcionarios electos ocupan un lugar cercano. Esto es particularmente descorazonador en momentos en que la información puede significar literalmente la diferencia entre la vida y la muerte.
A pesar de que, según los resultados adelantados de la encuesta, los periodistas están produciendo verificaciones (29 %) y utilizando herramientas de chequeo digital (29 %) para contrarrestar activamente la desinformación o el contenido falso durante la pandemia. Sin embargo, muchos dijeron que necesitan capacitación adicional. Casi el 70 % de los encuestados señalaron la capacitación avanzada en verificación de hechos como su necesidad más urgente.
La encuesta incide en los impactos económicos, confirmando la desaparición de cabeceras en varios países del mundo, los despidos y las medidas para contenerlos o sobrellevarlos según las ayudas de los poderes públicos después de haber sido declarado el periodismo como un servicio social. Otro problema de envergadura en este aspecto son los recortes registrados en medios africanos y sudamericanos. Las conclusiones del informe indican que esta crisis económica es una prioridad para la mayoría de los empleados de la industria de la comunicación. Es significativo que tres de cada cuatro encuestados dijeran que su primera prioridad durante la pandemia era la supervivencia de su publicación. Subrayando el impacto económico, casi cuatro de cada cinco encuestados con acceso a información sobre las finanzas de su redacción informaron de al menos una disminución del 50 % en los ingresos.
Y es que los medios están reduciendo contenidos, salarios y despidiendo empleados. El 65 % de los encuestados dijeron que ahora sienten menos seguridad laboral que antes de la COVID-19.
Dos apartados más en el análisis de los resultados de la investigación. Desiguales, eso sí. Por un lado, el relativo a las amenazas que sufre la libertad de prensa. Dice el informe que “cubrir la pandemia ha demostrado ser difícil en todo el mundo, e incluso peligroso”. Muchos periodistas denuncian amenazas y restricciones que afectan la libertad de prensa. Por ejemplo, uno de cada cinco encuestados informó que el acoso en línea era "mucho peor" que antes de la COVID-19.
La pandemia también ha tenido un efecto en las relaciones con las fuentes, ya que casi la mitad (48 %) de los encuestados dijeron que las fuentes estaban preocupadas de que hablar con periodistas pudiese tener repercusiones negativas como la pérdida del empleo, consecuencias legales o, incluso, violencia física.
Y por otro, a pesar de los muchos desafíos, más del 40 % de los encuestados percibieron un aumento en la confianza de la audiencia durante la pandemia. Solo el 4 % sintió que la confianza ha disminuido.
Uno de cada cuatro encuestados recibió más comentarios positivos y más participación de sus lectores. Esto puede haber sido el resultado de un trabajo de compromiso más dedicado por parte de muchos periodistas ya que el 24 % de los encuestados informó de que pasó más tiempo identificando las necesidades de la audiencia.
En fin, una investigación interesante que servirá, sin duda, a profesionales, académicos e investigadores para mejorar sus respectivos cometidos y ayudarles a desenvolverse teniendo en cuenta las singularidades de las circunstancias que han concurrido en su trabajo durante los últimos meses.
Y que no han desaparecido, desde luego.
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