lunes, 1 de septiembre de 2008

MENOS COCHES

Aseguran que el coche es uno de los artículos que representa uno de los principales termómetros de los consumidores, por lo que el dato del retroceso en las matriculaciones de turismos y todoterrenos el pasado mes de agosto -superior al 41%- significa toda una crisis de confianza en ese contexto de recesión económica que afecta a la economía capitalista.

Las asociaciones de fabricantes y vendedores van más lejos: aseguran que es el peor dato del año, con la caída porcentual más importante y la segunda más intensa de la historia, tras la de enero de 1993.

O sea, que menos coches, precisamente en las semanas previas a esa iniciativa europea sobre la movilidad y sobre los hábitos saludables en las ciudades. Una iniciativa condensada en aquel lema, "¡La ciudad sin mi coche"!, asumido por muchos municipios canarios y españoles, con mucho entusiasmo en las primeras ediciones y con cierta resignación y hasta sin ningún espíritu en las más recientes.

Menos coches, hecho que no es bueno para el sector, desde luego, pero que sirve para medir la evolución de la coyuntura socieconómica. La población frena una de sus opciones de consumo, a la espera de que haya pronto uno de esos planes gubermanentales para favorecer la industria y estimular la adquisición o los cambios de vehículo. No olvidemos que hasta hace bien poco algunos presumían de cambiar cada seis meses y otros alardeaban de que en una misma casa o en una misma unidad familiar había hasta tres unidades.

Cabe preguntarse si los usos sociales empiezan a cambiar también, es decir, si cualquiera de las modalidades de transporte colectivo van a fortalecerse porque, en efecto, las vacas gordas no se sabe cuándo reparacerán y porque, en la adversidad, hay que hacer sacrificios, apretarse el cinturón y disminuir o prescindir de los gastos voluntarios.

Quienes exteriorizaban con la compra del coche la primera señal de bienestar personal o capacidad adquisitiva, tendrán que aguardar mejores momentos.

Mientras tanto, se engrosan esos espacios habilitados para almacenar vehículos a la espera de que proveedores y concesionarios puedan trasladarlos hasta galerías, expositores y puntos de venta. Habían resistido las subidas de los combustibles. Pero este frenazo generalizado, alimentado por esas opiniones tremendistas y los deseos de catastrofismo de los que hablaremos en otro momento, les ha desbordado.

Lo dicen fabricantes y vendedores: es una caída estrepitosa.

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