miércoles, 13 de enero de 2016

EN POS DE OTRA CULTURA POLÍTICA



Arranca la legislatura. “España cambia”, es el título del despliegue de una cadena radiofónica en las Cortes y alrededores. No estamos muy seguros ni convencidos de ello. Algunas opiniones convergen en el flanco optimista de la cosa: más grupos, más pluralismo, nuevas caras, el Congreso epicentro, la necesidad de dialogar, transar y pactar, menos imposiciones, otra cultura política… en fin. El tiempo dirá si en esos surcos germinó esa otra semilla… o seguimos como sabemos, que ya se encargarán algunos de establecer parangones. Lo peor, hasta ahora, es ese lado ácrata, esa conducción autónoma, como que dan igual las normas, que ya llegamos nosotros. Véase el particularismo catalán, que diría don Manuel Azaña. Ese lado y la vertiente espectáculo, como si la política fuera una fiesta permanente, una actividad lúdica en la que la seriedad pasó a mejor vida, y si no, ya se sabe: quien no suba al tren, se queda sin viaje.
Se inicia un nuevo ciclo político cuyo primer gran objetivo es evitar la convocatoria de nuevas elecciones, el gran fracaso colectivo, como ya sido definido. Que tengan suerte sus señorías, padres de la patria, representantes, en fin, de la soberanía popular, esa que se ha expresado el pasado mes de diciembre de forma tan peculiar hasta producir un mapa político que se ha empezado a configurar con muchas incertidumbres.
En cualquier caso, hay para entretenerse, desde luego. Pero no olvidemos que ahí fuera sigue habiendo muchos problemas sociales, algunos de los cuales -pese a la fiebre consumista y el repunte de la construcción- propenden a agravarse.
Ya veremos si hay cambio.
Buena suerte.

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