¡Qué quieren! Con los debidos
respetos, tomando en cuenta todas las consideraciones -y los últimos sucesos,
que diría Silvio Rodríguez-, por mucho afán de notoriedad y por mucha supuesta
apología de la conciliación, no y no. Si ésta es la nueva política… en fin.
Nos parece, sencillamente,
inaceptable. Tanto hablar de la protección de los menores, tanto difuminar o
pixelar imágenes, y resulta que se exhibe un bebé ni más ni menos que en la
sesión constituyente de las nuevas Corrtes. Ni siquiera valdría el socorrido
‘otro modo de hacer política’ ni siquiera una interpretación simbólica… Con
Ortega, no es esto, no es esto.
Ni era el sitio ni era el
momento. Aunque eso no cuente para quienes concibieron y protagonizaron la
acción (bebé al margen, que ninguna culpa tiene). Lo ocurrido ayer en el
Congreso de los Diputados es difícilmente digerible. La Cámara no es un lugar
para espectáculos, aunque en el pasado haya habido episodios mucho más
reprobables que Carolina Bescansa (Podemos) con su bebé en el escaño y pasándolo
a Pablo Iglesias para que, con luz y taquígrafos, quedara constancia (Sin ir
más lejos, ayer mismo, un diputado que está siendo investigado judicialmente
jura su cargo y a continuación causa baja en el Partido Popular).
¡Qué quieren! Quienes trasladan
el vulgarismo televisivo y la sobreactuación para satisfacer a las masas,
seguramente los mismos que en más de una ocasión habrán dicho que en política
no todo vale, deben entender que las escenas y los discursos de plató no pueden
ni deben predominar en la institución donde está representada la soberanía
popular. A ese paso, se convertirá en cualquier cosa menos en el lugar
apropiado para legislar, debatir, fiscalizar y consensuar.
¡Qué quieren! Aún sabiendo
que hay episodios peores o más graves, lo de ayer fue penoso.
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