Las imágenes del tiroteo de Munich son tan sobrecogedoras que basta con el adjetivo para resumirlas. Alemania está conmocionada por este suceso y por otros similares. La situación es delicada desde todos los puntos de vista. La Unión Europea se ve sacudida por la escalada terrorista y los gobiernos se las ven y desean para garantizar la protección y la seguridad de la ciudadanía.
Las autoridades alemanas han reaccionado. Su vicecanciller, Sigmar Gabriel, es partidario de un mayor control de la venta de armas. El ministro del Interior. Thomas de Maiziere, habla sin ambages en una entrevista periodística de la necesidad de revisar leyes para adquirir armas y mejorar el marco jurídico general.
La conclusión, por tanto, parece evidente: hay que endurecer el control de armas. Ojalá fuera una medida determinante. Pero hay que poner la en práctica, desde luego. El miedo galopa y convivir en esas condiciones, tan expuestos a la sinrazón armada, es una resignación angustiosa.
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