viernes, 20 de enero de 2017

EDUCAR PARA MEJORAR


Las imágenes de dos padres de jugadores peleándose a puñetazo limpio en el curso de un encuentro de fútbol de categorías inferiores, que han circulado en redes sociales y han sido reproducidas en algunos canales de televisión, han refrescado varios criterios esgrimidos desde hace tiempo en distintos foros y tribunas radiofónicas. En una sociedad enferma, como es en la que nos desenvolvemos, se necesita insistir en la cordura, en los valores cívicos, en los programas educativos y en la sensibilización comunicacional. Mientras se fomente lo contrario, incluso por omisión, asistiremos a episodios violentos, reprochables, inapropiados, que lo son más cuando se multiplica su divulgación.
    En ese contexto, hay que hablar del papel de los medios de comunicación, prestos a denunciar, como es su deber, pero poco proclives a una oferta didáctica sugerente y a mensajes llanos e insistentes que impacten y calen en esa sociedad no para regenerar, que también, sino para prevenir y educar, para hacer del civismo una norma de conducta ejemplar y generalizada. En ese sentido, hemos sostenido que los medios tienen mucho que decir. Hay metodología especializada y hay recursos: se trata de crear sinergias para ir cambiando hábitos y códigos culturales.
    La Federación de las Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) ha tomado una iniciativa interesantísima sobre el asunto que nos concierne: se ha acercado a los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados para persuadirles de la necesidad de incluir en normativas que regulen la educación, principalmente en el ámbito de la secundaria, el conocimiento de los medios de comunicación y su función como servicios públicos esenciales para profundizar en la democracia como un instrumento útil con el fin de mejorar el propio comportamiento de la sociedad. De los informes elaborados por expertos y estudiosos, se desprende que, tal como evolucionan las cosas, esa necesidad apremia.
    Para la FAPE, establecer una asignatura específica para la juventud en la que se estudien los medios desde todas sus aristas sería un soporte válido para fortalecer la formación intelectual y cívica de ciudadanos, maduros, responsables e independientes. Ello abundaría en el propósito de formar a usuarios críticos de los medios de comunicación que, en las últimas décadas, se han convertido también en potenciales productores de mensajes. El asunto merece sensibilidad y receptividad. Por el bien social.

1 comentario:

Santiago Ríos dijo...

La educación cívica que parece no calar del todo en esta sociedad por más años que pasen y por más campañas publicitarias que se hagan. Siempre hay alguien que no recoge lo del perro, que sacude las alfombras a la calle, que no usa las papeleras, que escupe en la calle...
La educación tiene que empezar en las escuelas desde el parvulario y que los niños lleven el buen ejemplo a sus casas.
Un hermano mío tiene un hijo adolescente que está destacando en el fútbol y me ha contado lo que suele ocurrir en las gradas.
Una mala idea -no veo otra- sería sancionar al joven jugador por la actitud del padre en la grada.