El filósofo, ensayista y escritor José Antonio Marina, autor
del libro Educación para la ciudadanía
(SM), es rotundo al afirmar que “necesitamos dedicar a la Educación al
menos un 5% del PIB”. Lo dice en otro contexto, en el de resaltar la
importancia de esa materia en los modernos órdenes de la vida, en el de la
influencia de la economía a la hora de diseñar y plasmar cualquier modelo; pero
viendo que se suceden a nuestro alrededor los episodios de brusquedad y
violencia en escenarios tan sensibles como los deportivos, en presencia de
hijos y menores de edad; las expresiones vulgares de mala educación, estimulantes
de la intolerancia y del irrespeto, en medios de comunicación y en redes
sociales, el profesor Marina acierta cuando aboga por generar talento de modo
que la educación se convierta en la mayor fuente de riqueza de una nación.
El premio
Nobel de Economía, el estadounidense James Heckman, profesor de la Universidad
de Chicago, ha considerado que la inversión en los niveles básicos de educación
es la que produce mayores retornos económicos. Fíjense que habla de ‘niveles
básicos’, o sea, donde hay que actuar con rigor y fundamento, para hacer de la
educación un factor primordial de civismo y ética.
Mientras
todo eso se descuide, seguiremos asistiendo a agresiones físicas y verbales
reprobables. No se trata de aplicar sanciones o medidas coercitivas, que
pudieran servir. Es, más bien, educar en valores, prevenir, hacer ver que la
convivencia ha de responder a cánones elementales de saber estar y de
comportarse. Dice el profesor Marina que “la riqueza de las naciones no son ya
las materias primas, la producción agrícola, o el capital financiero, sino el
capital intelectual”.
Es cuestión,
pues, de generar y cultivar talento. Se evitarían tantas cosas…
1 comentario:
Como siempre genial... Un saludo
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