Abundan los almanaques o calendarios de desnudos. Los promueven o editan cualquiera: un equipo deportivo, un colectivo profesional, un grupo representativo, casi siempre como reclamo, o sea, obtener fondos para financiar desplazamientos o para completar presupuestos de alguna iniciativa relacionada con su actividad. Puede incluso que en alguna ocasión haya servido para mitigar precarias condiciones o circunstancias económicas, no de subsistencia, pero casi.
Es ocioso decir que mucho han cambiado nuestros hábitos y nuestra visión de las cosas. Hace décadas, los almanaques venían presididos por la foto o las fotos de alguna mujer despampanante en pose sugerente, ya fuera con ropa interior o bikini ya desnuda integral o casi. Colgaban en cualquier lado y tanto las madres como las abuelas se cuidaban de que no estuvieran muy a la vista. Era material pecamionoso y rompía las coordenadas del decoro. Con el tiempo, los calendarios alcanzaron la natural sofisticación y constituyeron ediciones singulares que algún exagerado tildó de obras de arte. Fama sí que han alcanzado: el calendario Pirelli, por ejemplo. El de revistas como Penthouse e Interviú. Y no digamos los que circulan desde hace unos años por la red.
En la sucesión fotográfica de desnudos (prácticamente totales pero a salvo o cubiertas adecuadamente en el montaje las partes íntimas y los atributos) se encuentra de todo en ambos sexos: jóvenes y mejos jóvenes, gordos y flacos, estilizados y deformados, atractivos y poco estéticos. El caso es llamar la atención sin demasiado sentido de la trascendencia, ese que significa quedar ahí para la posteridad, término que se empleaba a menudo hace unos años cuando andábamos lejos de los adelantos tecnológicos y obtener una fotografía, ya fuera de un equipo de fútbol, de una novia en la playa o de una excursión juvenil, era poco menos que un auténtico logro.
El último de los casos que nos ocupa es el de los "Corazones de Tejina", auténticas realizaciones artesanales que plasman la creatividad que debe adornar todas las tradiciones si es que éstas desean ser conservadas. Ahí se ve a los miembros de la comisión de fiestas (sic), hombres y mujeres tan entrados en años como en carnes -lo cual no es ningún desdoro- que debieron pasárselo muy bien mientras posaban. Sonrientes, el resultado debió complacerles y ya explicarán a familiares y amigos su experiencia. Para ellos, seguro que algún valor guarda.
En fin, que entre bromas y veras, a este paso, la cuestión se resumirá en eso, en ponga un calendario de desnudos en su vida. Échele algo de valor, muéstrese tal como es, sonría (para que no se note el supuesto nerviosismo del trance), no tenga pudor (ya puestos) y disfrute.
Después, que los receptores o destinatarios del producto hagan lo que quieran. Habrá de todo. Y si alguien pregunta ¿cómo te atreviste?, la respuesta está en la foto.
sábado, 19 de enero de 2008
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