Las Palmas de Gran Canaria se embarca en el proyecto de ser capital europea de la cultura en el año 2016. Ya ha dado los primeros pasos, orientados a motivar y a ilusionar a la población, no sólo a aquella más vinculada al mundo de la cultura sino a cuantos sectores se les brinda los alicientes de trabajar por una causa que, en el fondo, fortalezca la propia identidad y la proyección de la ciudad.
Es un camino largo, seguro que lleno de dificultades, en el que hay, además, sana competencia, otras ciudades peninsulares que aspiran a esa misma capitalidad, un título concebido para contribuir al acercamiento de los pueblos europeos. Fue la griega Melina Mercouri la promotora de la iniciativa, aprobada por el consejo de ministros de la entonces Comisión Europea en 1985.
En el camino hay que lograr que los ciudadanos se identifiquen al máximo, que hagan suya esa aspiración. Es la hora de los artistas, de los creadores, de los intelectuales, de los gestores culturales, del mundo de las ciencias y de las artes, de las entidades y de los organismos que trabajan en el ámbito sociocultural, a veces subsistiendo con grandes dificultades.
Es un proyecto para aglutinar, para poner de relieve la contribución de la ciudad a un patrimonio cultural europeo común. En ese sentido, resultará decisiva la participación de los ciudadanos que se integren, sea cual sea su condición, que desempeñen un papel activo y que se sientan atraídos o interesados, incluso, para dar un salto cualititavivo en su desenvolvimiento cotidiano.
La más larga caminata comienza con un paso, decía aquel viejo proverbio árabe. Las Palmas de Gran Canaria ya lo ha dado. Un trabajo arduo que encontrará dificultades de todo tipo pero que no debe producir frustraciones de ningún tipo. Y esa tarea, independientemente del resultado de la convocatoria, es el que debe servir para poner a prueba la capacidad de trabajo de instituciones y ciudadanía sabiendo que preparar de forma seria la candidatura equivaldría a sacar provecho de la labo realizada, incluso si no obtiene ese título o sello capitalino.
P.S.- Tenerife puso en marcha algo similar hace unos años. Habrá que verificar qué suerte corrió -mucho nos tememos que la peor- después de la controversia generada, como casi siempre por móviles políticos.
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