La población aplaudía y algunos echaban voladores. Otros se subieron a los camiones, grúas y tractores. Hasta el alcalde hubo de acercarse para compartir aquella insólita escena. Abrazos, besos, alegría... espontánea manifestación de contento popular.
Y todo, por una carretera que van a empezar a construir.
Ocurrió en La Aldea (Gran Canaria), el municipio más alejado o más aislado. Llevan años suspirando por mejores comunicaciones terrestres y padeciendo todas las incomodidades de la distancia y de las pobres y hasta peligrosas infraestructuras. Llevan años los aldeanos pidiendo un túnel, una vía decente y segura que les una con Agaete.
Debía ser tan alta la incredulidad con la ejecución del proyecto que la llegada de la maquinaria, anticipo del comienzo de las obras, fue celebrada como una auténtica conquista popular. El júbilo se desbordó, interpretación de que el aislamiento toca a su fin.
Bajo el macizo de Andén Verde, irá el túnel de unos dos mil cuatrocientos metros. En los diez kilómetros de la primera fase de la nueva carretera (nueva total, por su trazado) se incluyen siete viaductos. Hay dos enlaces y una intersección. Sirvan los datos para entender la complejidad de la infraestructura y los accidentes que hay que salvar. El presupuesto inicial supera los ciento diez millones de euros.
Es así de peculiar y paradójica la sociedad canaria. Mientras en la localidad de una isla constituye una fiesta la llegada de la maquinaria para comenzar las obras de una carretera, en otra hay concentraciones y distinntas manifestaciones de protesta para impedir que se ejecuten las que teóricamente habrían de facilitar la movilidad y el desplazamiento entre vertientes. Sin olvidar que en esa misma isla, la paciencia de los conductores es infinita con colas diarias de varios kilómetros que ya son reseñadas hasta en los informativos radiofónicos nacionales.
¿Por qué tan distintos? ¿Cuál es la razón de esa actitud o de esas reacciones tan dispares si la necesidad o la demanda son prácticamente iguales?
¡Ah! las interrogantes de siempre, que sirven para ilustrar esa diversidad últimamente tan ponderada en algunos círculos. Júbilo en La Aldea, gritos de protesta en Icod, silencio sufrido en La Matanza o Tacoronte... Es difícil de entender, ¿a qué sí? Ya lo decía el eslógan: "Canarias, una tierra única". ¡Glub!
No hay comentarios:
Publicar un comentario