jueves, 12 de noviembre de 2009

EL GRADO DE LA VETERANÍA

81, 81 años tiene Alberto Oliart, el nuevo presidente de la corporación RadioTelevisión Española (RTVE). La noticia no sólo es la edad, de acuerdo, pero esa edad ha desbordado la sorpresa y ha roto muchos esquemas. Una profesional de la casa, prejubilada, nos explicaba ayer tarde su desazón: "Me he marchado, con arreglo a las circunstancias, apenas superados los cincuenta y ahora preside un respetable señor de ochenta. Entenderás cómo me siento". No le falta razón. Pero habrá que aguardar cierto tiempo para contrastar los resultados de la gestión de este abogado y culto poeta que fue ministro hasta de tres departamentos en plena transición política. Siempre se habló del perfil intelectual de Oliart que se dedicó a sus cosas después de aquella experiencia política. Su nombramiento es fruto de consenso entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición. Llega en un momento clave para la corporación, después de su ERE y de las decisiones que afectan a la emisión de publicidad. La financiación futura es la gran piedra de toque. Para ello se requiere un gran consenso, de ahí, posiblemente el nombramiento.
Le aguarda, pues, un cometido que no será sencillo. Durante los últimos tiempos, RTVE dejó de ser un asunto recurrente en debates y demás: sus informativos volvieron a ser los más vistos, palidecieron las quejas sobre falta de pluralismo o tratamientos sesgados y las intromisiones políticas dejaron de ser noticia. Buenas señales que ahora Oliart deberá mantener encendidas.
Pero, bueno, la edad. Uno, en el fondo, se alegra de que la sapiencia y la experiencia sean siempre valoradas. Ese afán menospreciativo de muchas personas -¿qué dirán ahora?- de excluir por la edad no es de recibo. Gente que a los cincuenta y a los sesenta, en plena madurez vital y profesional, pueda aportar el caudal de conocimientos y experiencia que haya acumulado, es útil desde todos los puntos de vista.
Como algunos lo hemos demostrado en la práctica, nada se tiene en contra del rejuvenecimiento, de la incorporación de personas que merecen oportunidades y que ha de contribuir con su empuje y con sus conocimientos más recientemente adquiridos a la renovación o al desarrollo de organizaciones cuando se les confía tareas de dirección.
Eso, que se ha registrado en algunas esferas de la política española últimamente, quiebra de forma simbólica con este nombramiento de Alberto Oliart que estimulará, en cierta medida, a los de su generación y a los que tienen setenta.
Eso, en fin, debe hacer reflexionar a quienes esgrimiendo juventud y una discutible carta de renovación o corriente modernista se precipitan y quieren hacer tabla rasa, poco menos que excluyendo y rechazando.
No, si ya lo dice el refrán: La veteranía es un grado.
Que lo tengan en cuenta.

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