Suerte y aciertos para Ignacio Badenas, desde ayer primer jefe de la Policía Canaria aún por estrenarse visualmente, operativamente.
Suerte y aciertos, sobre todo porque las primeras órdenes del presidente del Gobierno parece que exceden de los propios cometidos competenciales del nuevo cuerpo. (Ya somos tres, o cuatro contando con los locales. Al Estado Libre Alocado que parece a menudo la Comunidad Autónoma, a este paso, terminarán por identificarlo como un estado policial y santas pascuas).
En efecto, eso de poner seguridad en las calles, controlar el trapicheo de estupefacientes, velar por la protección turística y hacer algo más en las derivadas del machismo criminal, como que no figuraba inicialmente entre los cometidos de la policía creada desde el sostenella y no enmendalla. Se había hablado, ¿no?, de vigilancia en centros y edificios oficiales, de tareas complementarias y auxiliares de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Pero Rivero no se conforma, da un paso más y lanza no un mensaje sino un planteamiento que debe estar revolviendo las entrañas de ciertas jefaturas y escalas de mando que intentarán digerir hasta dónde se va a llegar.
Y es aquí donde surge el problema: si por la sorprendente pasividad del ministerio del Interior se va a dejar que, por la vía de los hechos consumados, crezca y crezca el 'gran hermano' del policía canario, a ver cómo se controla entonces, a ver cómo se endereza el rumbo, a ver quién es competente o no. Los guionistas de series y películas de acción, muy dados a destacar qué cuerpo es el que interviene en determinado suceso, tendrán, seguro, una nueva fuente de inspiración.
Los que creíamos y seguimos creyendo que la policía canaria no tenía razón de ser, al menos mientras no variasen la realidad y las circunstancias, vemos -aún agotada la capacidad de asombro- que la cosa avanza hasta que lleguen los informes y las estadísticas triunfalistas en seguridad pública y otras materias desde que el nuevo cuerpo entró en acción.
Por eso, suerte y aciertos para quien tiene una encomienda complicada, como todo aquello que se hace por primera vez y en lo que hay que probar, incursionar y, como él mismo anticipa, relacionarse bien con otros cuerpos de seguridad. Es consciente de que no habrá milagros, de que una policía no se construye ni se fabrica en doce meses ni en cuatro o cinco años, de que habrá de transcurrir más tiempo para que la cosa funcione como se espera, la gente se identifique y el cuerpo se proyecte apropiadamente.
Igual para entonces ya se habrá marchado la Guardia Civil de Canarias. Próximo debate, apunten.
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