En serio, el PP tiene que sacar conclusiones del revés de
Madrid como candidatura olímpica, aceptado como una referencia que hubiera sido
explotada al máximo, políticamente hablando, en caso de que el Comité Olímpico
Internacional (COI) se hubiera inclinado por la capital española. Pero aquí, a
medida que pasan las horas, la sensación de fracaso es cada vez mayor.
Una de esas conclusiones es poner
punto final al sostenella y no enmendalla
en que se han convertido las decisiones, los posicionamientos y algunos discursos del partido gubernamental.
Eso de negar por sistema, mejor dicho, manifestar lo contrario de lo que
critican, imputan y reprueban es una táctica que ya falla demasiado. Es
sinónimo, además, de prepotencia, soberbia y arrogancia. Ni siquiera el ‘y
tú más’ o la socialización de las
pérdidas, cuando ciertos medios la esgrimen cuando ya no hay salida, favorecen
el escape o la credibilidad popular. Se ha convertido, de verdad, es una
monomanía: si tú acusas de tener al Parlamento secuestrado, ellos dicen que el
Reglamento nos ampara. Si argumentas el rechazo de la población a la
privatización de la sanidad pública, ellos hablan de un juez politizado. Si
aludes a la doble contabilidad, te espetan las siglas andaluzas más famosas de
los últimos tiempos. Y siempre, siempre quieren tener razón. Por no hablar del
silencio ante los medios o el-ya-está-todo-dicho. Al final, va a resultar como
aquel mandatario venezolano que opinaba de todo y un intelectual le reprochó:
“Me parece que al presidente le hace falta un poquito de ignorancia”.
El ejemplo más reciente lo tenemos en
la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Sabemos que se trata de un recurso de
‘marketing’, de un pretendido impacto efectista, con mezcla idiomática
incluida. La ocurrencia de un guionista, la gracieta de un asesor. Pero los
inspiradores intelectuales y ejecutivos deberían saber que la contumacia se
paga cara en los discursos y manifiestos políticos. Y a tales inspiradores, por
muy cargados de razón que quieran aparecer, hay que corregirles o decirles que
no, sencillamente. Que ese recurso no cuela.
Veamos. El pasado mes de marzo, en
ocasión de la visita a Madrid de los miembros del COI, la señora Botella, quizá
intentando dar aire de frescura o espontaneidad (inducida, claro), dijo “Do not
hesitate to talk and mingle with the
madrileños”, o sea, “No duden en hablar y mezclarse con los madrileños”,
solo que el gentilicio lo empleó en su estado original. La combinación, la
mezcla idiomática, que sepamos, no es muy aconsejable en discursos oficiales
pero, bueno, asumió y se arriesgó. Las críticas le llovieron, bien es verdad
que en su mayor parte por una pronunciación poco afortunada y por una absoluta
falta de fluidez.
Y ahora, en el fatídico 7 de
septiembre, la alcaldesa incurre en un error similar. Se dirige ni más ni menos
que al pleno del COI y les invita a tomarse una “relaxing cup of café
con leche”. He ahí la prueba de la contumacia. Si la mezcla de marzo, “with
the madrileños”, fue infortunada, la reiteración, “of café con leche”, no lo ha
sido menos. Miren, aunque suene un poco duro: hasta parece una chulería. Como
si hubiera quedado la frase anterior incompleta y aquí estamos para que se vea
que no nos da miedo retomarla y rellenarla.
Y de eso debe estar persuadido el PP,
por muchos impactos mediáticos que crea poder producir, por muchas gracias que
los corifeos quieran destacar. A estas alturas, con su credibilidad bastante
mermada, con encuestas de opinión que vaticinan una catástrofe electoral, no
estaría de más comportarse con más humildad. Saben que hay amplios sectores de
la ciudadanía que no perdonan una, que están sensibles, que las circunstancias
no favorecen. Eso de preguntar por determinado asunto y responder con otro
completamente distinto es una argucia que cada vez inspira más rechazo.
Y eso: ni los madrileños
entremezclados de la primera vez ni el café con leche al que ya no se podrá
invitar en 2020 sirven como recurso discursivo. Admitir que por ese camino, el
de aferrarse a lo que sea, aunque erróneo e improductivo, no se avanza, es la
mejor enseñanza que podría obtener el PP de todo esto, cada vez más complicado.
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