lunes, 16 de septiembre de 2013

TRABAJOS INÚTILES

Muchos ya lo han experimentado en carne propia bien porque han perdido su puesto de trabajo bien porque su empresa, literalmente, ha desaparecido. Y eso que unos cuantos se lo montaron luego por su cuenta, aprovechando su experiencia: no eran precisos grandes recursos para ganar un medio de vida: bastaba acertar con la dimensión adecuada y forjar una nutrida cartera de clientes cuya fidelidad estaba garantizada con la prestación de un buen servicio.
            En el mundo de las agencias de viajes se forjaron excelentes profesionales, favorecidos por la expansión del sector. Pero aprendieron idiomas y gestionaron empresas y departamentos con mucha solvencia. Se hicieron a sí mismos y contribuyeron, sin duda, al crecimiento y la consolidación de firmas importantes en el negocio turístico. Llegó a vestir mucho, y bien, eso de trabajar en una agencia: era el turismo visto desde una arista privilegiada. Quien puso interés y ganas, se superó y progresó, desde luego. Eran personas bien consideradas, respetadas, bien relacionadas y en las coordenadas de la intermediación turística se convirtieron en indispensables.
            Pero una compañía consultora de trabajo norteamericana, ‘CareerCast.com’, ha venido a poner el dedo en la llaga: el de agente de viajes es, en la actualidad, uno de los ocho puestos de trabajo más inútiles. No es difícil saber las razones: la preponderancia de Internet y las nuevas tecnologías en los preparativos de cualquier viaje, de cualquier desplazamiento, vacacional o no. La compañía es taxativa, en los resultados de su estudio, al afirmar que la agencia de viajes, en su esquema convencional, terminará desapareciendo del todo, bien es verdad que su labor solo tendrá sentido “si está especializada en determinados productos exóticos o inusuales”.
            Algunos empresarios y profesionales ya lo vieron venir y desde principios de siglo se aplicaron en la innovación tecnológica para no perder la delantera. Era otra pequeña revolución dentro del sector con evidentes repercusiones: la comisión cero en  la venta de plazas aéreas y el cobro de gastos o costos de envío, por ejemplo. La cosa ha ido creciendo de modo tal que el sistema o funcionamiento ‘on line’ se codea con las redes presenciales o generalistas, cada vez más menguadas y a las que no queda otra alternativa que adaptarse, esmerándose en innovación y prestaciones tecnológicas avanzadas.
            Es evidente que el porvenir de la intermediación turística -si se quiere menos humanizada- pasa por estos retos. Se incorporan al mercado nuevos contingentes de consumidores, llamémosles nativos digitales, especialmente generaciones jóvenes, que prefieren operar desde sus casas y terminales. La especialización, la operabilidad ‘on line’ y el desarrollo de las nuevas tecnologías son los otros factores para ser competitivos.


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