Lo mejor de Pedro, de Pedro Gómez Cuenca, era que fuera de su Charlot, había un buen hombre, una buena persona siempre, atenta, solícita, amable, de las que quedan pocas. Se nos ha ido y se la ha ido al Carnaval tinerfeño, del que fue una de sus imágenes representativas, un ícono que ya es historia. Pedro siempre saludaba cuando no iba vestido de su personaje al que dio vida durante décadas. Y cuando era reconocido, resultaba inevitable su mohín charlotesco.
Le presentamos varias veces, en distintos espectáculos carnavaleros y en distintos escenarios. Siempre predispuesto, siempre metido en la piel de aquel personaje entrañable. Producía emociones y también despertaba signos de admiración. Su parecido físico, los gestos, la simpatía que despertaba, el movimiento del bastón, el de los ojos, el del bigote…
Otro icono que se evapora. Se lleva sus candilejas. Un buen hombre. Un Charlot para la historia del Carnaval tinerfeño.
martes, 3 de septiembre de 2013
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