jueves, 9 de enero de 2014

UNA ESTACIÓN QUE REIVINDICAR

Muchas personas -lo vimos con nuestros propios ojos- buscaban refugio en las primeras horas de la mañana de hoy en las cafeterías y en los portales de los bloques de viviendas Cruz del Pino, en la avenida Hermanos Fernández Perdigón, del Puerto de la Cruz, en una mal llamada estación de guaguas porque las dependencias y las características de lo que hay no responden exactamente a eso.


Sufren -sufrimos- los usuarios cada vez que llueve. Y también en verano, con el sol del mediodía y el calor causando estragos desde el asfalto. Los lugares para acomodarse y hacer más llevadera una espera o una cola son los mismos, con lo que el problema dura todo el año.

Cabe preguntarse si no disponer de una estación de guaguas en condiciones merece una acción sin dilaciones o es una causa en la que empeñarse desde las redes sociales. Si tantos afanes se concentran para que construyan una infraestructura marítimo-portuaria, no deberían ser menores para poder contar con un centro de salidas y llegadas de transporte público en las más dignas condiciones. Es una puerta de entrada y salida a la ciudad, es verdad; luego tendrían que esmerarse las administraciones competentes para enjugar ese déficit que tan mala imagen desprende.

Es una de las carencias más notables y se pone de relieve, lo dicho, en cualquier estación, en cualquier época del año. La estación de guaguas fue clausurada en su momento por decisión judicial y por seguridad. La actual solución es provisional, de acuerdo, pero todos sabemos en lo que se convierten las provisionalidades en el Puerto de la Cruz. Se eternizan. Ha pasado mucho tiempo desde aquel cierre y apenas han trascendido avances para materializar la alternativa. Para colmo, se siguen realizando actividades en la plaza de ese edificio que, pese a estar cerrado y bloqueado, es también posada de indigentes. Ahora mismo, en dicha plaza, han colocado tinglados y puestos de feria o mercado.

En fin, una estampa nada edificante. En pleno centro de la ciudad. Lo peor, según las apariencias, es que vaya de largo. Y también peor es que los agentes sociales y turísticos se hayan resignado. Apenas en redes sociales se advierte alguna reivindicación. De verdad, es sorprendente tanta sensibilidad por el puerto que quieren construir y tanta indolencia por otra infraestructura terrestre, núcleo de conectividad con toda la isla, cuyas actuales condiciones causan pena y lástima. Así no puede hablarse de progreso ni de transformación, desde luego, sino de estancamiento y deficiencias que se eternizan más de lo debido.

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