martes, 11 de febrero de 2014

CRUELDAD

La imagen desnuda toda la crueldad. La crueldad, trufada de insensibilidad y hasta de inhumanidad. La crueldad de la tragedia. Ahora vendrá la investigación, se sucederán los informes, se producirá la comparecencia parlamentaria… pero las vidas humanas se asfixiaron en aguas de Ceuta y las que ganaron la orilla -tanto nadar…- siguieron su rumbo a lo desconocido, o a la peor de las suertes.
         Repasa la secuencia, que hasta todo parece guardar una ilación que se deshace dolorosamente. Nadie lo ha informado pero debía estar fría el agua del Mediterráneo, donde la lámina alumbrada por una tenue luz natural se veía sacudida por las brazadas de quienes querían alcanzar la costa. Detrás, al fondo, una unidad naval haciendo de escolta. ¿O es una ofensa escribir esto? Los inmigrantes que lo siguen intentando: ya falta menos. En la orilla, atentos, vigilantes y armados, efectivos policiales se mueven en la dirección que, ya a la desesperada, enfilan quienes bracean, buscando pie. Asombra que nadie extiende una mano de ayuda, que no haya un movimiento mínimamente solidario. Hasta que alcanzan la costa y lo celebran a su manera: no saben dónde están, ni siquiera si han llegado a un lugar próximo a la tierra prometida, acaso el último peaje, se confunden con los efectivos policiales, algunos elevan los brazos al cielo y parecen dar gracias a su dios, a sus dioses. No hay mantas ni una bebida reparadora ni una galleta para recuperar energías pero aún tienen redaños para caminar, ahora bajo la dirección que marcan quienes les esperaban, en principio, para devolverles al territorio del que huían o al que no quieren retornar pues temen convertirse definitivamente en el cero que la civilización occidental coloca a la izquierda. Debía estar fría el agua del Mediterráneo pero no menos lo era la incertidumbre que para aquellas personas se abría en esos momentos. Qué crueldad.
         Ojalá sirviera la secuencia emitida -se supone que habrá otras, más completas, los totales, que se dice en el argot- para esclarecer lo sucedido en el enésimo suceso de pérdida de vidas humanas vivido en el ámbito de la inmigración irregular, en el mar o en las inmediaciones costeras. Al menos, quince cadáveres habían sido recuperados. La confusión que envuelve el episodio merece todas las pruebas y todas las explicaciones que, sustentadas más o menos en las imágenes visualizadas, apenas servirán para delimitar la actuación de los miembros de los cuerpos de seguridad.

         En todo caso, seamos conscientes de que por muchos muros y por muchas alambradas, por muchas técnicas disuasorias, incluidas las concertinas o cuchillas, el hambre y la necesidad avanzan imparables en busca de resquicios por donde siquiera prolongar la agonía.

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