jueves, 13 de febrero de 2014

SENANTE, ADIÓS AL CONSORCIO

Cesa en estos días Fernando Senante al frente de la gerencia del Consorcio de Rehabilitación Turística del Puerto de la Cruz, un organismo que agrupa a cuatro administraciones, concebido en su día para la revitalización de los denominados destinos turísticos maduros. Entre ellos estaba el Puerto de la Cruz.
     Lo tuvimos claro desde el primer momento. Aún no se había declarado la crisis. El sector privado local seguía igual de aletargado, de modo que solo la inversión pública podía materializar cualquier intento de mejora de la oferta, al cabo de un largo ciclo de desgaste que se enfrentaba, además, no ya a destinos emergentes sino a las potencialidades de éstos en formas modernistas e innovadoras.
     Tan claro estaba que fuimos los primeros en señalar que el Consorcio era la última oportunidad, el último tren al que subirse para huir del marasmo, para avanzar, en el caso portuense, no a un esplendor pasado, sino a un futuro por escribir, lleno de posibilidades a poco que hubiera racionalidad y voluntad clara de optimizar recursos desde el entendimiento entre las administraciones públicas y la iniciativa privada. El Consorcio aparecía, además, con recursos económicos, luego se trataba de hacer las cosas con fundamento, con un mínimo de pragmatismo que fuera apreciado por el sector turístico local.
     Lo escribimos también: no se trata de que el Consorcio viene para resolver los problemas enquistados. Era cuestión de creérselo: el actual gobierno local, abducido por el recelo político, no tuvo demasiada fe ni puso demasiado empeño. Por fortuna, las medidas que iba adoptando el Consorcio empezaron a persuadir: no era lo mismo de otras veces, una música que ya los hoteleros y profesionales conocían y no les motivaba. Paulatinamente fue presentando credenciales: planes, programas, actuaciones… Hizo que la gente se sintiera implicada y se pasara del escepticismo a la esperanza fundada. Que se hablara con rigor de planificación urbanística, de iniciativas de promoción y de opciones de proyección de un destino turístico con un valor incalculable de marca, ha servido para valorar el Consorcio como quizá ni alguno de los propios integrantes esperase.
     En todo eso ha estado Fernando Senante, que se tomó muy en serio su tarea desde el primer día en unas dependencias liberadas en el antiguo Casino Taoro. Partía bajo mínimos, sin exageración: los recursos humanos indispensables, las posibilidades de proyectar el trabajo muy condicionadas, implementar un sistema novedoso y participativo… Se rodeó de buenos técnicos, conocedores de la realidad turística portuense. Empezó a reunirse, a explicar, a escuchar, a dimensionar… natural, la labor de un gerente, se dirá. Pero de un gerente que se identificó con los fines para los que había sido concebido un Consorcio. Se comprometió con una tarea que, en el fondo, era todo un reto: levantar el Puerto de la Cruz, revitalizar su condición de destino turístico diferenciado.
     Fue consciente, desde el primer día, de que no iba a ser fácil. Pero su tesón podía más. Le valía una contrastada experiencia profesional. Y aún más: una sensibilidad fuera de lo común que le hizo entender lo portuense, el espíritu de la Ranilla, la singularidad de una población que comienza a apreciar sus valores etnográficos y patrimoniales. Ahí estuvo siempre atento a cualquier manifestación, preocupándose personalmente, con la caballerosidad que le caracteriza, de precisar, matizar o corregir alguna información publicada y que andaba preña de inexactitud.
     Senante deja el Consorcio pero deja también una huella. Deja el sello de un profesional comprometido que seguro va a seguir amando el Puerto de la Cruz, tan solo para contrastar que los frutos de su gerencia van a ser ponderados como se merece. Una gerencia que, en general, ha sido complicada y para la que no contó, seguramente, con todo el respaldo y toda la convicción de quienes tenían que prestar.
     Pero nadie le discutirá ni la entrega ni la visión ni la capacidad. A ver si quienes toman las riendas continúan con estas mismas cualidades.
     Suerte, ‘Nano’.


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