sábado, 15 de febrero de 2014

INESPERADO ADIÓS DE MANUEL GARCÍA TEJERA

Ha fallecido Manuel García Tejera, un portuense amigo de infancia y adolescencia, un amante de la música y del deporte, un hombre tolerante y un trabajador que le podía a todo. Cuesta creerlo, claro que sí: se le veía bien en los últimos encuentros, jovial, distendido, bromista… Desde anoche, cuando circularon las primeras informaciones, ya se había apoderado de todos nosotros, sus amigos, la inquietud, tornada en tristeza e incredulidad cuando hemos visto su esquela en las primeras horas de la mañana.
            Se ha ido Manolo, sin avisar. Qué palo. Él estaba en lo suyo, en su trabajo y en su familia. Pendiente del Barcelona y del Sevilla, de su hijo futbolista, de los sucesos de Venezuela.
            De la amistad con Manolo siempre nos quedará su sensibilidad por la música y por el arte. Con él aprendimos el primer coleccionismo, aquellas publicaciones deportivas catalanas, “Dicen…” y “Lean…” que repasábamos en alguna ocasión cuando las memorias discutían y no había a mano otros recursos de consulta. Era del Barcelona pero compartía amores con el Sevilla F.C., hasta el punto de que llegó a iniciar la escritura de una breve historia del club andaluz.
            Los de nuestra generación se acordarán de Fans, una revista semanal dedicada a la música pop y a los artistas que se abrían paso. También las guardaba. Luego vinieron Mundo Joven y Discóbolo, en cuya lectura nos enfrascábamos para estar más que actualizados. Era la segunda mitad de la década de los sesenta: con Manolo descubrimos la Nova Cançó y nos fuimos con Gerardo González Movilla a escuchar en directo a Francesc Pi de la Serra y a Joan Manuel Serrat.
            Fue impulsor de las manifestaciones hippies del Puerto de la Cruz y participó en fiestas y convocatorias carnavaleras. Estaba al corriente de las modas y tendencias de entonces.
            Se marchó a Venezuela donde no fue indiferente a las necesidades y tribulaciones de unos cuantos paisanos para los que siempre tuvo algo más que palabras de aliento. Ayudó en lo que pudo al tiempo que defendía valores y tradiciones tanto canarias como españolas.
            Un futbolero empedernido, defensor hasta el tuétano de las individualidades. Una de las mayores satisfacciones de su vida fue poder ver a Maradona con la camiseta de los dos equipos que le apasionaban.
            Al regreso de Venezuela, emprendió y se estableció con su hermano Julio en el ámbito de la mecánica y los autorrepuestos.  Lo suyo seguía siendo abrir caminos. Siempre con una actitud constructiva, siempre afectuoso y atento.
            De ahí que su fallecimiento haya impactado. Tenemos razones, desde luego, para recordarle eternamente. Una buena persona, un buen amigo.  

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