miércoles, 26 de febrero de 2014

DEUDA PÚBLICA

Estallan fuegos artificiales a cuenta de la nota mejorada de la deuda soberana española hecha por la agencia de calificación crediticia Moody’s. El Gobierno, tan necesitado de inyecciones que revitalicen el cuerpo social, se ha apresurado a interpretar que los criterios de la agencia confirman que la cosa va bien: un modelo de crecimiento más sostenible. Bien es verdad que la elevada deuda pública y el alto índice de desempleo son citados por Moody’s como flancos débiles.
         Sobre el primero de esos flancos, sobre la deuda pública, hay algunos aspectos que llaman la atención. Por ejemplo, que según datos del Banco de España, es la mayor de toda su historia: supera los novecientos sesenta y un mil millones de euros, es decir, casi alcanza el billón de euros. Esa cuantía significa el 94% del Producto Interior Bruto (PIB), el mayor nivel de deuda pública en nuestro país de los últimos cien años.
         El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, que no dudó en aprovechar la convocatoria del G-20 en Sidney para hablar de las mejoras en la economía nacional, admitió días antes, en Bruselas, que esperaban un registro peor, “ligeramente por debajo de lo que habíamos proyectado en el Libro amarillo”. Por lo tanto, no parece que sea cuestión de sacar pecho en esta materia, sobre todo porque cuando Mariano Rajoy accedió a la presidencia del Gobierno -hace ya más de dos años- el alcance de deuda pública que habría de gestionar y que formaba parte de la tan denostada herencia era del 69% del PIB, unos veinte puntos menos que la media europea.
         Algunos expertos sostienen que el déficit y la deuda pública se han disparado -según las astronómicas cantidades que se han barajado- para tapar los desaguisados en el ámbito privado, bancario e inmobiliario, principalmente. La deuda se ha incrementado veinticinco puntos del PIB a lo largo de la presente legislatura que será recordada, entre otras cosas, por el abuso de la mayoría parlamentaria.
         Otros especialistas, los más críticos con el Banco Central Europeo al considerar que funciona al dictado de los intereses alemanes, señalan en sus análisis de la evolución de este problema aumentativo que todo se debe a la exigencia del desmantelamiento del Estado de bienestar al que hemos venido asistiendo como condición para adquirir deuda pública.
         Y es aquí donde hay que entender bien el curso de ciertas políticas y la aplicación de ciertas medidas: se trata de ir acabando con las conquistas sociales a la vista de ciertas supeditaciones que, en el fondo, son un problema artificial que tiene mucho de chantajismo. Que nadie se extrañe cuando se habla de la desaparición de las clases medias: una vez más, son los asalariados y los trabajadores quienes han pagado los vidrios rotos. A ver quién les devuelve los derechos y las conquistas.

         El caso es que será difícil enjugar tales volúmenes de deuda -pública pero también privada- a pesar de que las cifras de balances del sistema bancario indiquen lo contrario. Ya veremos lo que dicen los mercados. 

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